Sáb 01.11.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › SE APROBó UNA DECLARACIóN APARTE

La cumbre de la crisis

› Por Martín Piqué

Desde San Salvador

Se había propuesto como la cumbre de la “juventud y el desarrollo” y terminó siendo la cumbre de la crisis. El temario oficial del encuentro se había fijado hace un año, cuando terminó la edición anterior de este foro que reúne a América Latina, España y Portugal. Pero la dinámica de la economía obligó a dejar de lado la agenda y a meterse de lleno con los efectos de la crisis global. Por imposición de la realidad, la cumbre finalizó con un hecho insólito para este tipo de congresos: los presidentes aprobaron un documento oficial de clausura, la Declaración de San Salvador, pero también suscribieron un texto paralelo dedicado exclusivamente a la crisis internacional. En este último documento, los participantes de la cumbre iberoamericana, entre ellos la presidenta Cristina Kirchner, propusieron una serie de medidas para salir de la recesión y el estancamiento económico que traerá consigo el terremoto financiero.

Las propuestas que se enumeraron en el documento paralelo se redactaron con un objetivo bien claro: que esas iniciativas sean promovidas en la próxima cumbre del G-20, prevista para el 15 de noviembre en Washington, donde se analizará la crisis global. De todos los países latinoamericanos que participaron de la cumbre iberoamericana, sólo tres naciones asistirán al encuentro que reunirá a las principales economías del mundo: México, Brasil y Argentina. En su intervención en la cumbre, la propia CFK aseguró que la idea de la Argentina era asistir a Washington y transmitir allí las posiciones de “toda la región”. En el documento paralelo que se aprobó ayer en San Salvador, los países de la región acordaron una serie de ideas para modificar el funcionamiento de los organismos multilaterales de crédito y del sistema financiero global.

En concreto, el documento aprobado por los mandatarios iberoamericanos expresa la determinación de “participar y contribuir activamente en un proceso de transformación profunda y amplia de la arquitectura financiera internacional”. Las largas horas del debate en el plenario del jueves dejaron algunos consensos básicos. A pesar de que varios presidentes ratificaron su alineamiento con las ideas del libre mercado y criticaron el proteccionismo, en el documento paralelo se acordó garantizar una “regulación eficaz de los mercados de capitales”. También se acordó que se debían tomar las medidas necesarias para “proteger el empleo y la inversión”. Otro punto de acuerdo fue la necesidad de garantizar la “disponibilidad de financiamiento para actividades productivas”.

Este último punto es de importancia vital para la Argentina. Tras la decisión del FMI de no acordar un programa con el gobierno de CFK, el país sólo podrá recibir asistencia financiera de otras instituciones regionales de crédito como el Banco Interamericano de De-sarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF). De hecho, en el documento paralelo sobre la crisis se puso el acento en estas dos entidades, a las que se pretende dar más poder y posibilidades de financiamiento. La necesidad de regular más al mercado financiero y la búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento habían sido discutidas en la reunión previa de cancilleres. Acompañados por asesores económicos, los ministros habían conformado un grupo especial de trabajo que en los primeros días de la cumbre se encargó de analizar la crisis internacional y su impacto sobre América latina.

Mientras el documento paralelo se concentraba sobre la recesión que parece amenazar a todo el mundo, la declaración final de la cumbre se mantuvo fiel al temario establecido. Allí se acordó crear políticas regionales para mejorar la calidad de vida de los jóvenes, como también facilitar su acceso a la salud y la educación. Aunque en los borradores del encuentro figuraba una mención a la necesidad de impulsar la educación sexual en el continente, la presión de la Iglesia Católica hizo que el párrafo desapareciera. Gobernado desde hace varios años por el partido derechista Alianza Libertadora Nacionalista (Arena), El Salvador se caracteriza por la influencia que mantiene la jerarquía católica. No por casualidad, el presidente salvadoreño, Elías Antonio Saca, había advertido que no aprobaría nada que “afectara la institución de la familia”.

A pesar de la influencia católica, El Salvador vive una curiosa paradoja. El arzobispo de San Salvador, monseñor Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por un francotirador al servicio del fundador del partido Arena, no suele ser recordado en actos oficiales. La mejor prueba de esa amnesia la tuvo el presidente paraguayo, Fernando Lugo, cuando le hizo un homenaje en su discurso. Cuando terminó el plenario, el mandatario hondureño, Manuel Zelaya, se le acercó y le dijo al oído: “Hacía mucho que en El Salvador no se mencionaba a Romero en una actividad oficial”, lo felicitó.

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