El modelo francés que pregona uno de los hombres de Mauricio Macri en la Legislatura, el diputado Martín Borrelli, es el de la “mano dura”, un eslogan que suscribe sin vacilar el servicio de inteligencia Serge Leteur, que pasó por la Policía Nacional gala y ahora es asesor del ministro Montenegro. En Francia, distintas ONG han denunciado a esa fuerza por marcar a determinados inmigrantes como hacían los nazis con los judíos en los campos de concentración.

Esa no es la única práctica aberrante de esta policía que, como otras en Europa, maltrata a los visitantes que provienen de Africa o Latinoamérica y también de países vecinos como España. Algo semejante le pasó a la escritora Pilar Sánchez Morales, más conocida como Illy Nes, que denunció ante la Justicia francesa un caso de malos tratos con la agravante de discriminación por orientación sexual. Los hechos ocurrieron el 25 de agosto del año pasado, cuando un control policial de tránsito detuvo el coche en el que viajaba con otra mujer, situación que derivó en un ataque a su integridad y su condición de lesbiana. Les gritaron a ella y a su amiga “lesbianas de mierda”, además de golpearlas, esposarlas y mantenerlas toda una noche en una comisaría parisiense, sin permitirles llamar a un abogado.

También la pasó muy mal el dirigente político trotskista Olivier Besancenot, que denunció cómo la policía francesa usa pistolas eléctricas que pueden descargar 50 mil voltios sobre el cuerpo. Lo sometieron a investigaciones que violentaron su intimidad y la de su familia. Y según reveló hace unos meses el semanario L’Express, entre octubre de 2007 y enero de 2008, aquéllas consistieron en espionaje telefónico, control de sus cuentas bancarias, seguimiento en la calle, toma de fotografías a distancia, supervisión de sus horarios personales y hasta los de su familia, incluido el de su pequeño hijo cuando concurría a la escuela.