–¿Tenés barbijos? –preguntó José, abrigado hasta los dientes, como si la temperatura en la ciudad de Buenos Aires fuera bajo cero.

–No. Todos los productos que están relacionados con la prevención de la gripe están agotados. Los volvimos a pedir, pero no sabemos cuándo los van a reponer nuevamente –respondió mecánicamente Augusto, un empleado de una farmacia y vacunatorio de la avenida Callao al 600.

Durante la jornada de ayer, el mismo diálogo se repitió una y otra vez en la mayoría de las farmacias porteñas. También, la problemática sobre la “proliferación de la gripe porcina en el país” fue tema de conversación entre los clientes que recorrían hasta dos o tres droguerías en busca de barbijos, vacunas, guantes de látex e incluso alcohol en gel porque “en los programas de televisión eso es lo que aconsejan”, explicó irritada una joven mujer al retirarse de la farmacia de Callao y Lavalle sin la provisión “preventiva” necesaria. La venta de los productos “para la gripe” se multiplicó considerablemente. En algunos casos, hasta hubo aumentos del ciento por ciento en los barbijos: de 2,5 pesos pasaron a costar 5.

“Hay una ola de psicosis en la población.” Andrea es directora técnica de una farmacia de Junín al 200, en el barrio de Congreso. Después de escuchar durante horas a sus clientes, fue la persona que ante Página/12 reconoció la problemática cuasi sociológica que atañe a una buena parte de los porteños: “Seis de cada diez compras fueron de barbijos y de alcohol en gel. Tanto que en un día se agotó el stock. Lo mismo pasó con el dengue y la venta de repelente. No es prevención, sino mera paranoia”, dijo Andrea ante la mirada desconcertante de un hombre que únicamente quería vacunarse por la gripe “porque mi mujer está preocupada”.

Desde el último domingo, la venta de barbijos se cuadruplicó respecto del resto de compras realizadas en las farmacias de la ciudad. Alrededor de las 18 de ayer, en Santa Fe y Pueyrredón, en una sucursal de la cadena Rex, la fila de clientes llegaba hasta la puerta del local. Cuando Mariela –una de las empleadas de la farmacia– informó que “esos son los últimos doce barbijos baratos que nos quedan”, casi la totalidad de los clientes enfureció. Ante las quejas, la mujer aseguró que “de todas maneras, la calidad del producto no es muy buena. Sólo se pueden usar para viajar en el subte o en el tren por un par de horas”. La tranquilizadora explicación también era una estrategia de ventas encubierta: “No hay mucha diferencia de precios –dijo Mariela–. Los barbijos importados valen 4 pesos cada uno”. Mientras que el mismo producto, pero de fabricación nacional, no supera los 50 centavos el valor de la unidad.

En la farmacia de Córdoba y Callao hubo clientes que esperaron más de media hora para comprar únicamente barbijos. Según Cristian, estudiante de la Facultad de Farmacia y Bioquímica y empleado de Farmacity, “fue tan descomunal la demanda que cuando ya no quedó ninguno en stock, tuvimos que poner un cartel –el joven señaló la inscripción ‘No hay más barbijos’ pegada sobre el mostrador y continuó la explicación– para que la fila no se hiciera interminable por un producto que ya no podíamos vender”, relató Cristian.

Las vacunas contra la gripe también se convirtieron en un bien preciado. “Aunque la campaña de vacunación empezó hace un mes, recién en los últimos dos días se terminaron todas las dosis que estaban en promoción”, aseguró Leandro, de la farmacia de Santa Fe al 2500.

Informe: Mariana Seghezzo.