EL PAíS • SUBNOTA › UN EXPERTO INFECTóLOGO
› Por Pedro Lipcovich
“Se ha creado un clima psicótico, un clima loco”, exclamó el presidente de la Sociedad Argentina de Infectología –miembro de la comisión de expertos que asesora al Ministerio de Salud–, en relación con la gripe A. “Los municipios parecen competir entre sí, como si el que cierra más lugares fuese el mejor”, denunció. Y explicó que “las confiterías y restaurantes no son lugares de alto riesgo”, que “si alguien tose en un ascensor, es improbable que contagie a otro” y que “no tiene sentido que la gente sana use barbijos”. Sí, “hay que tomar precauciones, en especial lavarse las manos”. El experto acordó con la venta en farmacias de los medicamentos contra el virus de la gripe A, “bajo estricta receta médica”, y aceptó la estimación de 100.000 afectados con la salvedad de que “en la Argentina, a diferencia de países como Chile, no hay buena estadística, porque especialmente las clínicas privadas jamás notifican los casos”.
–El cierre de los colegios está justificado, pero no tiene sentido cerrar y cerrar –advirtió Héctor Laplumé, titular de la Sociedad Argentina de Infectología–: ¿vamos a cerrar los supermercados? ¿Cada uno va a quedar aislado en su casa, sin provisiones? Se ha creado una cosa psicótica, loca. Hay una especie de competencia entre municipios para cerrar lugares, como si fuera que “cuanto más cierro, mejor soy”. Y no es así. Tampoco tiene sentido usar barbijos en las calles, ni tener miedo por entrar a un hospital. Los sectores de los hospitales destinados a enfermos respiratorios están aislados, cuentan con advertencias.
–Se exageran los riesgos de contagio...
–Sin duda. Este virus no permanece flotando en el aire: si entro en una habitación donde alguien tosió, no me voy a contagiar por eso. El contagio requiere una permanencia de contacto: si alguien tose en un ascensor, es difícil que contagie a otro. La alta transmisibilidad se da en lugares cerrados donde la gente convive muchas horas, como los colegios. No en un supermercado ni en una cancha de fútbol. Un intendente llegó a decir que las confiterías y restaurantes son lugares “de alto riesgo” y eso no es cierto en términos epidemiológicos. Claro que hay que tomar precauciones, en especial lavarse las manos.
–¿En cuanto al faltante de alcohol en gel en las farmacias?
–No pasa nada: agua y jabón; lavado frecuente con agua y jabón. El alcohol en gel simplemente ofrece la comodidad de no necesitar pileta ni toalla.
–Respecto de la estimación de cien mil casos que dio el ministro Manzur (ver nota principal), ¿cómo se llega a ella?
–Es una estimación factible. Parte a su vez de una estimación de 15 o 20 casos reales por cada uno confirmado. De todos modos, esta estimación, como todas los datos epidemiológicos de este tipo en la Argentina, podría tener una aproximación mejor si se mejorara la comunicación de casos. El Ministerio de Salud de la Nación tiene desde hace muchos años un programa para el seguimiento de enfermedades febriles del tipo de la influenza, pero el subsistema privado jamás comunicó, y el estatal, más o menos.
–Esta deficiencia también se verifica en la epidemia actual.
–Seguramente. En abril, cuando el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos anunció la aparición de un nuevo virus, nos reunimos en el Ministerio de Salud para organizar la respuesta, y la Dirección de Epidemiología del ministerio lanzó el mensaje para que hospitales y clínicas privadas comunicaran los casos. En Chile tienen un mejor registro: las distintas zonas sanitarias están habituadas a comunicar los episodios de tipo influenza.
–¿La decisión de volver a entregar a las farmacias antivirales contra la gripe responde a una propuesta por la Comisión de Expertos del Ministerio de Salud?
–Conviene aclarar que, en este caso, la definición de “experto” es relativa, tratándose de un virus que circula hace poco más de dos meses, aunque parezcan dos años. Vamos aprendiendo todos los días. En cuanto a la medicación, además del stock dispuesto para la pandemia, se cuenta con la que se había previsto para la gripe estacional, que de hecho ha sido suplantada por el nuevo virus. Esta medicación puede aliviar la sintomatología, disminuir los días de enfermedad y las complicaciones. Es importante usarla dentro de las primeras 48 horas de comenzada la gripe. Después, su efecto se limita. No hay que recetar sin necesidad, por el riesgo de que el virus genere resistencia.
–¿Ustedes acuerdan en que se venda en farmacias?
–Sí, para lograr buena distribución: puede facilitar su accesibilidad. Pero la base es que la entrega sea sólo bajo receta médica. Lo peor sería la automedicación, y no sólo por razones de responsabilidad social, sino porque esta droga tiene efectos colaterales: no es inocua.
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