EL PAíS • SUBNOTA › MUERTES Y DESAPARICIONES
› Por Carlos Rodríguez
Durante todo el año, pero sobre todo en verano, la oferta de sexo en Mar del Plata tiene más variantes de calidad, cantidad y precio que la gastronomía o los espectáculos teatrales. “Se buscan señoritas con o sin experiencia para lugar zona Casino. Toda la onda y el mejor trato”, dice uno de los 35 o 40 avisos que, a diario, se publican en el matutino La Capital, para incorporar mujeres a esa picadora de carne que es el negocio de la prostitución. El diario local, que siempre brega por “moralizar” la noche marplatense, tiene no menos de cuatro páginas diarias, en el suplemento de clasificados, con casi 400 avisos en los que se ofrecen mujeres, hombres, travestis, parejas de lesbianas de Argentina, Colombia, Brasil, Paraguay, Rusia o República Dominicana. Las mismas direcciones que obtienen los clientes que se comunican con los números que se publican en los avisos son las que aparecen luego en la prensa en el marco de un operativo policial en el cual “dos jóvenes paraguayas”, por ejemplo, fueron “liberadas” de la esclavitud sexual a la que eran sometidas en un “departamento privado”.
Todo esto ocurre en una ciudad que tiene el antecedente de siete asesinatos y siete desapariciones de mujeres, muchas de ellas prostitutas, ocurridos desde el 2000 en adelante. Al comienzo, la policía adjudicaba los hechos a un inexistente asesino serial denominado “el loco de la ruta”, hasta que la Justicia determinó que había organizaciones criminales integradas por uniformados que tenían vinculación con los casos.
En una causa judicial iniciada en 2001 en la que se investigaba el asesinato de tres prostitutas, el juez federal Pedro Hooft llegó a citar como imputado a un policía, por su presunta participación en al menos dos de los crímenes. El mismo juez había dispuesto antes la detención del mismo policía y de otros siete por los delitos de “asociación ilícita” por ser organizadores de una red de prostitución. También se los acusó de extorsión porque se comprobó que les quitaban dinero a las chicas a cambio de “protegerlas” del accionar del inexistente “loco de la ruta”.
En la Justicia marplatense hay cerca de treinta causas abiertas por el delito de “trata de personas” que se iniciaron contra los presuntos responsables de un gran número de “departamentos privados”. Uno de los casos debería llegar a juicio oral en febrero, aunque se presume que se hará un “juicio abreviado”, por un delito menor y excarcelable. El caso es paradigmático porque reúne a víctimas adultas traídas con engaños desde Paraguay, a una menor que llegó del mismo modo a la Argentina y a un supuesto responsable, un no vidente que asegura –como es obvio por su propia condición– que él no veía nada de lo que ocurría a su alrededor.
Esta causa se inició el 27 de agosto de 2008 luego del allanamiento a un “privado” de Alvarado al 300, donde encontraron a seis chicas paraguayas y una brasileña de entre 20 y 23 años. También encontraron a una joven de 17 años que había ingresado al país por 90 días, autorizada por su madre, con el único fin de realizar “actividades turísticas”. Todas reconocieron que ejercían la prostitución y que sólo salían del departamento si iban acompañadas por la “encargada”, una compatriota de ellas llamada Gloria, que las había reclutado en el Paraguay. Fueron detenidos Gloria y Raúl, un hombre de 48 años, ciego. Ambos fueron acusados de ser los responsables del lugar.
Gloria relató que ella había llegado a Mar del Plata en 2005, para trabajar como prostituta en un privado de la calle Berutti, donde conoció a Raúl como cliente. Luego, los dos instalaron el prostíbulo de la calle Alvarado. Raúl negó toda vinculación con el comercio y dijo que su papel sólo fue el de subalquilarle el departamento a Gloria, a quien lo unía una relación que va “más allá de la amistad”. Raúl sostuvo en su defensa que “una persona no vidente no podría manejar un negocio así”, en relación con el prostíbulo. Sobre los viajes al Paraguay junto con Gloria, los dos alegaron que sólo iban a visitar a la familia de ella y que podían hacerlo por las franquicias que tienen, al adquirir pasajes aéreos, los discapacitados y sus acompañantes. Gloria admitió que también iban para supervisar la marcha de la construcción de una casa propia en Ciudad del Este.
Raúl está con prisión domiciliaria, en razón de su condición de no vidente, mientras que Gloria sigue detenida en una cárcel común. Gloria siempre juró que sólo era “una chica más” en el prostíbulo y aseguró que la adolescente de 17 años realizaba “tareas de limpieza y comida”. La menor, en cambio, admitió que había venido sabiendo que trabajaría como prostituta. Su única preocupación, cuando tuvo que regresar al Paraguay, era que volvía “con las manos vacías”, sin dinero, y que su padrastro se iba a enterar de todo. Los investigadores comprobaron que el nombre de ficción de la chica era citado en los clasificados del matutino La Capital. Hasta hace poco, en los avisos ofreciendo “trabajo” en los privados se dejaba constancia que las postulaciones eran “sin límite de edad”.
En los avisos, además, se prometen ingresos que rondan los “200 pesos por día” y que los pagos son diarios. La fiscalía demostró en esa causa que “el 50 por ciento (de lo recaudado por las chicas) corresponde a los explotadores”, mientras que al 50 por ciento de las jóvenes “se le descuentan los gastos de vivienda, comida, ropa, limpieza y hasta los preservativos” que se usan. Tampoco reciben el dinero que resta, luego de los descuentos, porque “el encargado” lo conserva en su poder para evitar que ellas realicen “gastos superfluos”. Lo poco que queda lo envían los encargados, por giro, a los familiares de las víctimas.
En su acusación, la fiscalía sostuvo que el hecho de que las víctimas supieran de antemano que venían para ejercer la prostitución “no atenúa la conducta delictiva” de los imputados. En cambio, consideró que ellas son “vulnerables al sometimiento de los autores del delito, siendo esa misma vulnerabilidad la que las conduce a admitir esa explotación con el convencimiento de que ésa es la única manera de la que podrán salir de la situación en la que se encontraban viviendo”. Esta causa debería llegar a juicio oral en febrero, pero lo más probable es que las partes acuerden una pena menor en un juicio abreviado por acuerdo entre la defensa y la fiscalía. Ese podría ser el final de la mayoría de las causas iniciadas en Mar del Plata.
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