Lun 08.03.2010

EL PAíS • SUBNOTA

El 2006 fue un año de causas perdidas

El 2006 no fue un buen año para la senadora Negre de Alonso. En agosto, aunque el suyo fue uno de los nueve votos negativos, el Senado sancionó la ley para que las prácticas quirúrgicas anticonceptivas fueran incorporadas entre las prestaciones del sistema de salud público y privado. El diario La Nación, que salió en su ayuda, destacaba que “la primera voz disidente” había sido la de Negre. “Esta activa militante católica aseguró que existen ‘experiencias nefastas’ de aplicación de este tipo de leyes y recordó un antecedente: el informe Kissinger”, con su recomendación de esterilizar al Tercer Mundo porque los alimentos no alcanzaban para el Primero.

Sólo unos meses después, en octubre, el Congreso aprobó la Ley de Educación Sexual en las escuelas. Tal cual había salido de Diputados, el texto fue aprobado en el Senado, con un único voto en contra: el de Negre. Protestó porque no incorporaba “expresamente y con el rol protagónico que la Constitución y los tratados internacionales le dan a la familia en la formación, en los contenidos, en la Ley de Educación Sexual”. En diciembre, se opuso a la ley de reforma educativa. La acompañaron dos senadores de Fuerza Republicana (Delia Pinchetti y Ricardo Bussi), descontentos, como ella, con que la ley no contemplara el reclamo eclesiástico de que la educación de todo el país incorpore “enseñanza de valores” como la religiosidad y la espiritualidad.

“Los parlamentarios no decidimos lo que son o no son derechos, solamente los reconocemos, y no existe un derecho a terminar con la vida de nadie. Los derechos son facultades que se reconocen al hombre para que pueda desarrollar su proyecto existencial.” Las afirmaciones formaban parte de una carta que Negre envió, en noviembre de 2008, al entonces presidente uruguayo Tabaré Vázquez, quien acababa de vetar la ley de despenalización del aborto. Y es que la senadora forma parte de “Parlamentarios y Gobernantes por la Vida. Acción Mundial”, una multinacional antidespenalización, que alguna vez presidió. Esa militancia tan activa le ganó, el año pasado, el premio Rosa Parks al “Valor Ciudadano en Defensa de los Derechos Humanos”. El galardón es entregado por la “Defensoría de la Vida Humana-Asociación Civil”, nombre que encubre una ONG que tiene por objetivo la defensa de “la vida de seres humanos en proceso de gestación frente a todo tipo de atentados contra sus derechos o su integridad física, moral o sicológica (sic), manipulación, mutilación o violencias de cualquier tipo, en particular frente a todo tipo de eliminación prenatal”.

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