Néstor Kirchner regresará hoy a los actos en el área metropolitana con una convocatoria en el estadio de Ferro. Su discurso está programado para después de las 19.30; las intervenciones de la lista de oradores comenzarán una hora y media antes. Está previsto que hablen Daniel Scioli, Hugo Moyano y el dirigente del Movimiento Evita, Emilio Pérsico. El acto coincidirá con un nuevo aniversario del triunfo electoral del candidato del Frente Justicialista de Liberación, Héctor Cámpora, en 1973. Esa efemérides había disparado una de las primeras motivaciones del acto: la idea inicial era reivindicar a la militancia juvenil que hizo posible el regreso de Perón a través de la campaña “Luche y Vuelve”. Pero los cambios de la coyuntura política –sobre todo el conflicto desatado por el uso de las reservas para pagar la deuda y el avance de la oposición tras el reparto de las comisiones en el Senado– obligaron a redefinir el eje de la actividad. “Decidimos hacer un acto mucho más grande y amplio”, dijo a Página/12 Eduardo “Cholo” Ancona, secretario de organización del Movimiento Evita y uno de los responsables de la convocatoria.

El acto en Ferro había sido pensado como la actividad más importante del Evita para los primeros meses del año. Se había elegido una fecha sensible para una parte del justicialismo, en especial para sus corrientes más progresistas, como una forma de reivindicar una determinada identidad política. Enseguida surgió la posibilidad de que Kirchner fuera el orador de cierre. Cuando el santacruceño confirmó que asistiría en persona –en un primer momento se había evaluado con que diera una teleconferencia desde Chaco–, la convocatoria fue sumando cada vez más interesados. Y así se convirtió en lo que terminará siendo: el acto más numeroso del kirchnerismo en meses, una oportunidad para hacer una demostración de fuerza justo en medio de la avanzada opositora que está en curso desde el Congreso. “El acto expresará tres ejes centrales: defender al Gobierno de los conatos de-sestabilizadores, reafirmar el proceso iniciado en 2003 y avanzar en su profundización”, adelantó Ancona.

Como parte del equipo de organización del acto, Ancona y Marcelo Koenig, dirigente del Movimiento Peronista Revolucionario y de la JP Descamisados, espacios asociados al Movimiento Evita, conversaron con Página/12 sobre el rol de los movimientos kirchneristas en el año y medio que se viene. También analizaron la compleja relación del espacio transversal con el PJ, asimismo mencionaron cortocircuitos en la relación entre los funcionarios y los militantes que actúan en el territorio (“El compañero que milita en un barrio tiene que saber que se va a asfaltar una calle. En la medida que nos enteremos de todo por los diarios va a ser muy difícil”). A la hora de los pronósticos, y tras postular a Kirchner como el candidato natural a presidente en 2011, coincidieron en que el oficialismo tendrá posibilidades de ganar si resuelve el principal déficit de estos años: la falta de una herramienta política que acompañe el proceso y consolide su profundización. “Nosotros no venimos sólo a defender el modelo de país que se ha construido en estos años. Venimos por mucho más. Y ahí está la clave del 2011: volver a enamorar y convocar en torno a la Argentina que queremos construir”, subrayó Koenig.

–¿A qué se refieren cuando hablan de profundizar el proceso?

Ancona: –Las herramientas centrales de la profundización son llegar al pleno empleo para tener al trabajo como eje organizador de la sociedad. Pero para eso hay que construir una herramienta política transformadora y seguir incorporando las reivindicaciones sectoriales dentro del Estado: hemos avanzado mucho con los trabajadores, con las paritarias, también con los jubilados, pero hay que seguir con la problemática de la mujer y el medio ambiente.

Koenig: –Uno de los grandes déficit de este proceso es la falta de una fuerza política de carácter movimientista, que sea participativa, democrática y también revolucionaria. Hoy hay más posibilidades de construir esa fuerza, porque entre las organizaciones hay un nivel de madurez que no existía al principio del kirchnerismo. Sobre todo frente a la embestida del establishment y de los grupos económicos concentrados.