Dom 15.12.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINION

La fibra de un nazi

› Por Sergio Kiernan

Todo el mundo sabe, confusamente, que Perón trajo nazis. Pero la nube de la historia dejaba la noción de algo accidental: vinieron, los dejaron entrar, se quedaron. El libro de Uki Goñi revela que los nazis no vinieron sino que Perón los trajo por centenares y centenares, que no le importaba que fueran técnicos o expertos sólo en matar judíos y reprimir. Peor aún, la minuciosa, obsesiva investigación de Goñi describe una operación enorme: cientos de nazis y colaboracionistas recibieron documentos, pasajes y dinero a través de una red de agentes que operaba en seis países. La operación fue dirigida desde la Casa Rosada, duró varios años, costó una fortuna y tuvo la íntima colaboración de la Iglesia argentina y el Vaticano. Fue la red de agentes secretos más amplia y eficiente que haya visto este país.
La gran pregunta es el para qué. ¿Por qué hacer tanto por rumanos, franceses, croatas y belgas que habían traicionado a sus patrias y colaborado con los invasores? ¿Por qué llenar el país de personajes como Mengele, Eichmann, Skorzeny, Pavelic o Priebke? ¿Por qué esforzarse, y mucho, en rescatar a operadores de campos de concentración, fusiladores de civiles, asesinos en masa? Ningún cálculo racional lo explica porque la verdadera razón es la afinidad ideológica. El antisemitismo, el filofascismo, la fascinación con un “nuevo orden” que había perdido una batalla pero iba a resurgir de las ruinas de la inminente guerra atómica entre americanos y comunistas. Perón creía en ese nuevo orden, quería ser parte de él y se rodeó de los que veía como futuros protagonistas.
Tomada como continuación natural de la política pronazi del gobierno del GOU a partir de 1943, la historia que cuenta La auténtica Odessa termina de redondear un concepto: que los militares y civiles filonazis en el poder encontraron una manera de participar a distancia en el Reich, en la guerra y el Holocausto. Por eso colaboraron con el espionaje nazi y aportaron lavado de dinero y materiales estratégicos. Por supuesto, hicieron lo indecible para cerrar las fronteras a los refugiados judíos y hasta entregaron algunos cientos de argentinos judíos para ser exterminados en los campos de concentración europeos, víctimas directas de la SS que hay que anotarle al Estado argentino de la época.
Perón fue el creador y entusiasta director de la operación, que fue encubierta hasta por los militares que lo derrocaron.
Parece que la fibra nazi había calado hondo, muy hondo.

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