Mar 17.12.2002

EL PAíS • SUBNOTA

Tres miradas sobre la crisis de los partidos

- Artemio López, director de la consultora Equis: “Hoy la consigna para los partidos tradicionales como la UCR y el PJ, podría ser `todos somos Zamora’. Debido a la crisis que sufre, la partidocracia argentina está empezando a tener una característica que antes sólo pertenecía a la izquierda. No hay mucha diferencia entre pelearse por una interna de 400 mil votantes y dividirse en dos bloques unipersonales como está haciendo Autodeterminación y Libertad. El límite que tienen los partidos para seguir cayendo es el mismo que el del pelo: el piso. En buena parte de los sectores de la población este tipo de hechos provoca risa, además de indiferencia, apatía y aburrimiento. La unidad jurídica que da la sigla es incapaz de contener las diferencias que surgen entre distintos grupos y sectores que ya no pueden convivir juntos. Esta capacidad de estallar en el aire, antes de que se agravara la crisis que sufren los partidos tradicionales, era característica de las fuerzas de izquierda. En el plano de la biología esto podría asimilarse al proceso de cariocinesis, en el cual las células se van dividiendo. Pero la verdad es que este escándalo nos impide observar el surgimiento de un nuevo liderazgo a nivel nacional: el de Leopoldo Moreau. Lo único que falta es que se pelee consigo mismo y se divida en dos”.
- Enrique Zuleta Puceiro, director de la consultora IBOPE: “El escándalo de las elecciones de UCR, centrado particularmente en la provincia de Chaco –que gobierna el propio presidente del radicalismo– evidencia un problema de base común a todos los grandes partidos: la dificultad estructural para dar respuesta al tipo de demandas que hace la población. La sociedad demanda desde un fuerte sentido de horizontalidad y formula reclamos de gran complejidad, a los cuales los partidos responden anacrónicamente. Brindan respuestas que no se corresponden con las que deberían ser sus funciones. Dan una visión anacrónica de la representación, de la canalización de demandas, de la formulación de propuestas y alternativas, y hasta a la formulación de escenarios ideológicos. En el caso de la UCR se puede ver la impotencia de los dirigentes tradicionales para cumplir con rituales extremadamente simples: no pudieron realizar un escrutinio normal, ni desarrollar una campaña electoral explicado qué se estaba disputando. El partido intentó hacer internas abiertas y ha terminado dando un ejemplo catastrófico de problemas que son comunes a otras fuerzas. Otras fuerzas ni siquiera han podido definir las fechas de las elecciones internas, como es el caso del Partido Justicialista. El resto, tanto de derecha como de izquierda, ha renunciado a tener un funcionamiento interno verdaderamente democrático. El sistema de partidos se encuentra en estado terminal y difícilmente pueda evitar que las demandas sociales terminen sobrepasándolo. En la ciudadanía cunde una situación de frustración, escepticismo y desánimo, sin que se avizoren alternativas capaces de satisfacer las nuevas demandas. El cambio vendrá del interior de los partidos, aunque seguramente deberemos asistir a circunstancias dramáticas como las que se vivieron durante este domingo”.
- Atilio Borón, director del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales: “La fracasada interna del radicalismo junto a la por ahora imposible interna del justicialismo son síntomas clarísimos de la descomposición de las fuerzas tradicionales, que lejos de ser partidos políticos con un programa y visión nacionales, aparecen como meras federaciones de caudillos locales, que ni siquiera puedan ponerse de acuerdo en la organización de sus comicios. El fiasco de la interna radical renueva la necesidad imperiosa de construir nuevas alternativas. Con respecto a este punto, la reciente fractura de Autodeterminación y Libertad revela la persistencia de las formas tradicionales de hacer política y las grandes dificultades con las que se tropiezan las formaciones emergentes en la Argentina, dominada por una cultura política gestada al calor de los partidos tradicionales. Todo esto no hace sino profundizar el espacio quesepara a la gran masa de ciudadanos de aquellos que plantean una vocación de representarlos”.

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