Mar 20.04.2010

EL PAíS • SUBNOTA  › UN DESFILE “CíVICO-MILITAR” POR CARACAS

Chávez de uniforme y en el Cadillac

› Por Nora Veiras

Desde Caracas

Una marea de hombres, mujeres y chicos abría el camino en una procesión incesante hacia el Paseo de los Próceres. “Solidaridad con la revolución”, “Sigamos elevando la bandera de la libertad”, “Hasta la victoria siempre”, “Venceremos” eran sólo algunas de las consignas repetidas en remeras, gorras y pancartas. Desde los parlantes, canciones en ritmo caribeño rimaban con “la espada de Bolívar que Chávez desenvainó”. Todo estaba coordinado al detalle. El desfile cívico-militar del Bicentenario abrió con la recorrida en un Cadillac negro descapotado de Hugo Chávez Frías enfundado en el uniforme militar y con la típica boina de paracaidista. “Aquí estamos civiles y militares. El pueblo y sus fuerzas armadas garantizando la independencia de la patria, para que nunca más sea una colonia yanqui ni de nadie”, dijo antes de agradecer a sus pares latinoamericanos de Nicaragua, Cuba, Ecuador, Bolivia, República Dominicana y a “Cristina Kirchner, una patriota argentina de la patria latinoamericana”.

“Aquí están 12 mil combatientes socialistas, antiimperialistas y revolucionarios, a sus órdenes”, dijo el general Celso Canelones Guevara, de frente al palco erigido en el centro de la larga avenida convertida en pista del desfile, al que se sumaron las delegaciones de once países. “Un grupo de Chimbangeles de San Benito” hicieron sonar tambores con ritmos aborígenes y se inició la sucesión de grupos de atletas, comparsas y milicias civiles y campesinas. Las columnas parecían reproducirse a lo largo de los tres kilómetros de recorrida.

El paso de las expresiones populares, en el que danzaban mulatonas de trajes con miriñaque y turbantes junto a esculturales señoritas, marchó cuando todavía retumbaba en los oídos la demostración de la aviación militar. Los Sukoy, de origen ruso, y los K8 comprados a China fueron las vedettes, junto a los F16 y K8, los americanos que ya cuentan varios años en la escuadra. Sólo las botellitas de agua mineral repartidas a granel permitían tolerar el sofocante calor que padecía la multitud a la vera del desfile.

Sentada en el palco junto a Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y Leonel Fernández, la Presidenta argentina siguió las más de tres horas del desfile con el que empezaron los fastos del Bicentenario de la Independencia. Un despliegue que combinó la tradición y el poderío militar de la República Bolivariana y puso a prueba las buenas relaciones entre los países: sólo sobre una sólida amistad podía fundarse la paciencia para disfrutar la movida chavista. “Ha sido el desfile más florido, más profundo, el mejor de nuestra historia”, dijo Chávez antes de despedirse y partir rumbo a la Asamblea Legislativa.

Ortega, presidente de Nicaragua, remarcó que “el pueblo y el ejército unidos garantizan la victoria”. Correa, su par de Ecuador, destacó que “tenemos que prepararnos para la paz pero no ser ingenuos. Como dijo Bolívar:’ Antes, la pasividad era mengua, ahora es traición’”. El desfile terminó y en los parlantes reapareció el ritmo de Ali Primera, el cantante de la revolución bolivariana que acompañó la multitudinaria desconcentración.

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