Desde Gualeguaychú

La expectativa acerca de lo que sucedería anoche sobrevoló durante toda la jornada de ayer la ciudad de Gualeguaychú. En cualquier comercio, taxi, o incluso en la vereda, los vecinos conversaban del tema. Nadie se atrevía a dar una predicción certera porque años de experiencia sostenían que en cada reunión “puede pasar cualquier cosa”. Entre los más osados aseguraban que el corte continuaría. Los más cautos hablaban de cuarto intermedio hasta la semana que viene por lo escabroso del debate. Solo unos pocos resistían el fin de la medida a capa y espada.

Solo por la tarde, el gris y lluvioso cielo dejó paso a que el sol lanzara sus últimos rayos antes de esconderse y de que comenzara la cuenta regresiva para la tan esperada asamblea. Antes, un intensa granizada se desplomó en Gualeguaychú y en el corte de Arroyo Verde. En la ciudad, varios vecinos salieron corriendo presurosos a guarecer sus vehículos ante las primeras piedras. En tanto, en el kilómetro 28 de la ruta 136, el tinglado del refugio recibió los impactos y obligó a las cuatro personas que montaban guardia a abrir la barrera durante el tiempo que duró el temporal. Mitad por seguridad y mitad para no mojarse cada vez que alguien solicitaba autorización para pasar. Hasta allí se acercó Página/12 para conocer cuáles eran las expectativas de los que día a día resguardan la barrera que impide llegar hasta el puente internacional General San Martín y a la pastera.

“Hay muchos temas que tratar antes de resolver eso”, se atajó Sira Muñoz, bajo una tenue llovizna, mientras cubría el turno que a diario le toca en Arroyo Verde. La mayor parte del día, son jubilados o gente con ocupaciones flexibles las que pueden comprometer un turno que muchas veces se alarga ante el retraso de los relevos. Ellos, los “viejos”, se quejan de los “referentes” de la organización que impulsaron la flexibilización que ayer se iba a votar. “¿Cuándo los ves vos acá?”, se preguntaban, para argumentar la autoridad que ellos creen tener sobre el tema. Los que defienden el corte –la llamada “ala dura” de los ambientalistas– creen que sólo unos pocos quieren decidir por toda una sociedad.

Pero lo mismo piensan en la otra vereda acerca de la “tozudez” de los que insisten con el bloqueo. “Promesas ya tenemos muchas”, señaló con desconfianza Muñoz. Aún consideran que las garantías para levantar la medida no están dadas por los gobiernos de un lado y del otro del río. “Estamos muy defraudados del Gobierno”, apuntaron en el puesto, dolidos aún por la querella que inició el Ejecutivo contra algunos miembros del movimiento asambleario. El “ala dura” tampoco quedó convencida con el guiño que el presidente uruguayo José Mujica dio acerca de posibilitar un monitoreo conjunto dentro de la pastera, uno de los puntos esenciales del reclamo tras el fallo de La Haya. “Nos tienen que dar las garantías porque va a estar muy peleada la cosa”, anticiparon.

Lo que se puede percibir del sector más resistente a levantar la medida es el vínculo que han forjado en estos tres años y medio. En muchos casos, por el rol que –ellos consideran– tomaron para luchar por un medio ambiente sin contaminación para los más jóvenes. No importa el frío, la lluvia o la enfermedad. Ellos estarán allí para cuidar la barrera y ser la punta de lanza de la medida de mayor impacto mediático, judicial y político que ha llevado adelante la Asamblea Ciudadana. Ni siquiera les importa que no todos los vecinos que han votado siempre para sostener la medida aparezcan poco y nada por el inhóspito paraje.

En la otra orilla –aunque ayer más pendientes del triunfo de Uruguay contra Sudáfrica que en el resultado de la votación de sus vecinos argentinos– los habitantes de Fray Bentos tampoco fueron indiferentes a lo que sucedía. Desde temprano, los referentes de las organizaciones que condenan el bloqueo estuvieron en pie de alerta y mirando de reojo lo que sucedía del otro lado del puente. Consideran un despropósito que pongan condiciones para el levantamiento, pero a esta altura están dispuestos a aceptarlas en pos de conseguir la liberación del puente.