La indefinición de la fecha de las elecciones ya es una marca de la gestión PRO. Mauricio Macri, sin embargo, empezó a sentir presiones internas y de sus eventuales aliados para que fije el día en que se votará a su sucesor y a los legisladores. El lunes se sentará a discutirlo con su mesa chica y de allí debería emerger una decisión. Los partidarios de Gabriela Michetti y los que buscan una elección separada de la contienda nacional impulsan el 26 de junio. El larretismo y los que quieren usar la elección para apuntalar la candidatura de Macri a presidente proponen el 28 de agosto o el 4 de septiembre. Hagan sus apuestas.

Se sabe: Macri atravesó por toda la gama de opciones posibles. Cuando temía que no le aprobaran el Presupuesto, amenazó con convocarlas para marzo. Luego quiso unificarlas con las nacionales. Más tarde habló de julio o agosto. Después, de junio. En la última semana sumó septiembre.

Esta semana tuvo una reunión con su aliado intermitente Francisco de Narváez en la que el Colorado le reclamó, entre otras cosas, que le dé certezas de que se presentará para la presidencia y fije las elecciones. Dentro de la gestión PRO, el secretario general Marcos Peña y otros funcionarios le venían insistiendo con que definiera. Lo mismo querían sus negociadores en la Legislatura, para poder negociar la unificación con la de comunas, que por ahora es el 5 de junio.

Por eso, en el PRO aseguran que el lunes se reunirán a discutir “en serio” la fecha. Hay dos grandes líneas, que más o menos coinciden con las dos opciones de sucesor que tiene Macri. Los partidarios de Michetti, al igual que Peña y los que quieren una elección separada de las nacionales, abogan por el 26 de junio. Esa alternativa tiene una desventaja: Macri debería convocarlas sin dilación esta semana y aceleraría su lanzamiento y la definición de su sucesor, que llegaría a comienzos de abril.

La otra alternativa es la preferida de Larreta, que busca ganar tiempo y crecer en las encuestas. Macri podría elegir el 28 de agosto o el 4 de septiembre. La contra es que esas fechas caen después de las primarias nacionales del 14 de agosto, lo que significa que la elección porteña se haría en medio del debate presidencial y con los candidatos nacionales jugando a pleno.