EL PAíS • SUBNOTA
La ESMA tenía mano de obra esclava. Goransky habló de esquizofrenia para dar cuenta de las distintas actividades que entraban dentro de la trama: había quienes iban a trabajar al sótano, hacían mantenimiento pero también se iban fuera de la ESMA, a algún ministerio, a una oficina de Massera o a una zapatería y volvían al centro todos los días. Y de la esquizofrenia como sistema: las visitas a los familiares. O la construcción del staff y ministaff como cristalización del “divide y reinarás” de los marinos. Para el ministerio público, dijeron, “sólo hay víctimas, porque estamos convencidos de que no hay que hacer distinciones: ninguno de ellos pidió y ninguno mereció la tortura, el sometimiento o la tortura sin dejar rastro. Todos fueron desaparecidos y un de-saparecido se ausenta sin dejar rastro. O como célebremente lo dijo Videla: los desaparecidos son eso, desaparecidos, no están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”.
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