EL PAíS
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Una estrella del menemismo
› Por Luis Bruschtein
Era el verano del ‘94 y los hombres que se encontraban en el hall del Banco de Crédito Argentino no parecían nerviosos, actuaban como si fuera un trámite de rutina. Pero la tranquilidad derivó en escándalo y fue el final de la rutilante carrera de Matilde Svatetz de Menéndez, en ese entonces presidenta del PAMI y posible aspirante a la vicepresidencia con Carlos Menem. Los hombres sorprendidos en el Banco eran prestadores de la obra social de los jubilados y el trámite consistía en un intercambio de maletines en cuyo interior había cientos de miles de dólares en sobres con un rótulo sugestivo: “PAMI 25%”. Una investigación publicada poco antes en Página/12 sobre coimas funcionó como disparador, la operación fue filmada y motivó la apertura de una veintena de causas sobre corrupción, una de ellas impulsada por el actual jefe de gobierno de la ciudad, Aníbal Ibarra. La interventora del PAMI, una de las cuatro funcionarias estrella del menemismo –con María Julia Alsogaray, Claudia Bello y Adelina Dalessio de Viola–, debió presentar su renuncia.
Menéndez, que ahora tiene 58 años, no había llegado a ese lugar desde la UCeDé y tenía una larga militancia política. En su juventud en Salta, antes de recibirse de médica psiquiatra, la llamaban “Bibí” y tras varios años de ser una “compañera” en el peronismo, se transformó en la “doctora” con el menemismo.
Cuando estudiaba medicina en la UBA en los años sesenta, se incorporó a la militancia estudiantil en el FEN (Frente Estudiantil Nacional), cuyos integrantes eran llamados “fenicios” por las otras agrupaciones, aludiendo a su línea ondulatoria. Su principal dirigente, Roberto “Pajarito” Grabois, estudiante de Filosofía y Letras y brillante orador, se había iniciado como simpatizante del guevarismo y había transitado progresivamente hacia el peronismo. Cuando el peronismo combativo fue creciendo, Pajarito fue migrando hacia el peronismo ortodoxo. Grabois fue el primer esposo de Matilde Svatetz.
Con esos cambios, muchos de los militantes del FEN se fueron a la JotaPe y el grupo terminó desintegrándose. Matilde Svatetz se incorporó entonces a la agrupación Guardia de Hierro que dirigía Alejandro Alvarez, un ex trotzkista que levantaba la bandera de la ortodoxia en el peronismo. Integrada principalmente por profesionales y muy enfrentada con la Tendencia Revolucionaria del peronismo, Guardia de Hierro tenía poca militancia pública en actos o manifestaciones y se orientaba en cambio a la ocupación de espacios estratégicos por parte de sus integrantes.
Con la llegada de la democracia, la represión había destartalado las estructuras políticas del peronismo, pero Guardia de Hierro había salido indemne. Prácticamente era la única estructura con organización, fondos y cuadros y se convirtió en una cantera de operadores y funcionarios del justicialismo que comienza a reorganizarse tras la derrota electoral de diciembre de 1983 a manos de Raúl Alfonsín. Parecía que finalmente el sueño de Alvarez se convertía en realidad, sus cuadros profesionales ocupaban ahora espacios verdaderamente estratégicos. Pero en realidad fue el principio del fin. A medida que ocupaban esos espacios, los nuevos funcionarios y operadores se desligaban de la organización, el núcleo duro de la estructura viró hacia una especie de misticismo integrista y otros se hicieron carapintadas.
En ese paso por Guardia de Hierro conoció a otro médico, un mendocino de inteligencia aguda y astucia que rápidamente ocuparía un lugar protagónico en el nuevo justicialismo: José Luis Manzano. Durante el gobierno de Alfonsín, Matilde Svatetz militaba en la renovación cafierista y ya se había casado en segundas nupcias con el psiquiatra Pedro Menéndez. A partir de allí fue Matilde Menéndez, incluso ahora tras varios años de separación. Cuando Carlos Menem ganó las elecciones, muchos renovadores cafieristas se sumaron a las filas del naciente caudillo neoliberal, entre ellos Manzano, quien la propuso para ocupar la Secretaría de Salud. Pero la muerte por inanición de 32 internas del Hospital Braulio Moyano desató una crisis que le costó el cargo. Sin embargo, fue premiada con un nuevo nombramiento: interventora en Tierra del Fuego, donde permaneció un año. Antes de su ingreso a la función pública, Matilde Menéndez había dirigido las obras sociales de Somisa y Gas del Estado. Esos antecedentes, además de su lealtad probada al menemismo, fueron sus cartas de presentación para asumir la intervención del PAMI y administrar el quinto presupuesto de la Nación: 2500 millones de pesos anuales.
Es probable que allí fuera tocada por la varita mágica del menemismo: cirugías, peluqueros personales, fotos en la revista Caras, ropas provocativas y a la moda, asistentes jóvenes, la separación y versiones de amoríos en las revistas del corazón y fondos para los actos políticos, muchos fondos para la difusión de sus obras en el PAMI, para su promoción política, para la organización de su agrupación porteña, la Ramón Carrillo, que pasó a ser una de las principales del distrito. De la política pasó a ser casi una estrella de cine hasta esa mañana del verano del ‘94. El juez Juan José Galeano estaba a cargo de una de las causas abiertas en su contra y de la causa AMIA. Por esta última había intervenido los teléfonos del abogado del menemismo para casos sucios, Mariano Cúneo Libarona, quien a su vez era defensor de Martha Svatetz, hermana de Matilde en la causa PAMI y del comisario Juan José Ribelli, imputado en la causa AMIA.
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