EL PAíS
• SUBNOTA › REALINEAMIENTOS POR EL FUTURO DE BARRIONUEVO
Cada cual atiende su juego
› Por Felipe Yapur
El miércoles, los senadores deberán resolver si Luis Barrionuevo continuará o no ocupando su poltrona. La oposición, junto a cuatro integrantes del oficialismo, considera que el catamarqueño es el responsable de los hechos de violencia que derivaron en la suspensión de los comicios de esa provincia, y por lo tanto la expulsión es la mejor condena. En el bloque oficialista todavía hay algunos legisladores que consideran que al gastronómico no le vendría mal una suspensión e incluso un apercibimiento, aunque hay consenso para que no lo expulsen.
La oposición dejó atrás las quejas contra los representantes del Frente Cívico y Social, a lo que acusaron de lavarse las manos no sólo durante el gobierno de la Alianza sino que además no apoyaron a ninguno de los candidatos durante la última interna partidaria. Es más, ni siquiera recuerdan ya las sordas críticas que realizaban contra los gobernadores del Frente Cívico, Arnoldo y Oscar Castillo, por sus coqueteos con el menemismo. “La suspensión sería una broma de mal gusto y del apercibimiento mejor ni hablar”, aseguró el titular del bloque radical, Carlos Maestro, dejando en claro que la expulsión es la única medida que vale. En la vereda opuesta, Miguel Angel Pichetto, presidente de la bancada oficialista, les repitió a sus compañeros: “Es preciso tener convicción y valentía para rechazar la exclusión de Luis”. Pichetto, Jorge Yoma, Mabel Müller y Antonio Cafiero están decididos a salvarlo sin importar el costo político. Saben, y lo repiten: “No hay posibilidades de triunfo, pero es preciso terminar con este tema de una vez por todas”. Por si acaso, agregan que la comisión de Asuntos Constitucionales “no pudo comprobar que Barrionuevo dio la orden de cometer actos de violencia”. Para este cuarteto, el gastronómico es un aliado. Los bonaerenses y el rionegrino tienen la orden del Gobierno de “no abandonar al compañero”. Yoma, en tanto, sabe –y lo reconoce– que no puede dejar a la buena de Dios al hombre con quien comparte una estrategia regional de poder en caso de que ambos se conviertan en gobernadores de sus provincias.
Exactamente en la vereda de enfrente están los santacruceños Cristina Kirchner y Agustín Fernández y los puntanos Raúl Ochoa y Liliana Negre.
Este grupo no duda sobre la responsabilidad del senador en los hechos de Catamarca. Y también saben que tienen enfrente la mejor oportunidad para sacar de la cancha al más polémico de los dirigentes del PJ y que, dicho sea de paso, está enfrentado con sus referentes nacionales, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá. Si no fuera por las conveniencias políticas, este grupo tendría más de cuatro integrantes. Uno de ellos es Eduardo Menem, quien todavía recuerda –con cierto rencor– las disputas que mantuvo con el gastronómico mientras su hermano Carlos ocupaba la presidencia. Sin tanta vehemencia, los entrerrianos Jorge Busti y Graciela Bar, el chaqueño Jorge Capitanich, comparten la idea de la suspensión o el apercibimiento con la que también comulga Menem.
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