EL PAíS • SUBNOTA
› Por Mario Wainfeld
Al presidente español electo, Mariano Rajoy, le bastaron muchos menos votos (y menor diferencia con su escolta) que los logrados por su colega argentina Cristina Fernández de Kirchner para conseguir un control mayor del Parlamento de su país. Una muchedumbre de legisladores del Partido Popular levantará su mano y fungirán de notarios del plan de gobierno, que será de ajuste y de enorme retroceso en asuntos referidos a derechos de minorías y revisión del pasado.
El mandatario saliente José Luis Rodríguez Zapatero fue castigado por los propios con saña tenaz en las urnas y en los comentarios periodísticos ulteriores. El ex líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) le dejó poco margen “por derecha” a Rajoy en cuestiones económicas, el sucesor lo ampliará.
En 1977 se realizó la primera elección posterior al fallecimiento de Francisco Franco. En esos 33 años hubo cuatro mandatarios: Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y Rodríguez Zapatero. El PSOE gobernó 22 años, fue hasta acá el partido dominante de toda esta etapa. Felipe González estuvo 14 años, Zapatero y Aznar 8 cada uno. Como se ve, el sistema parlamentario funciona muy estable, con hegemonías marcadas y mandatos largos. En este Sur hay sectas autodenominadas “republicanas” que reclaman a los gobiernos que se retiren del poder. Esperan una absurda alternancia, basada en renuncias a posiciones ganadas. En fin. Ni las gentes del PP ni las del PSOE piensan parecido. Atocha destronó al PP en 2004, la malaria desalojó a los socialistas el domingo pasado.
La derrota del PSOE fue una debacle. En una sociedad con voto voluntario y un sistema bipartidista, está comprobado que los socialistas tienen muchos más adherentes que su gran rival de centroderecha. En todas las elecciones es crucial el desánimo o la convocatoria que tengan los socialistas. Esta vez quedaron desamparados, tras haber optado por implantar un programa de ajuste que no les bastó para hacer repuntar la economía y que socavó su legitimidad.
“Los mercados”, lejos de sonreír a su campeón, le mostraron los dientes a Rajoy. El hombre asumirá maltrecho desde el vamos y se sumará a una generación de líderes europeos que corren detrás de la crisis con un programa único. Nada es imposible pero cuesta imaginar que logrará una estabilidad semejante a la de González, Aznar y Zapatero.
Los gobiernos europeos van cayendo al son de la crisis, no aparece en ese horizonte quien se atreva a pensar una receta distinta. Las campanas de sus errores repicarán por todo el mundo, la globalización tiene esos costos. En esta etapa, aun a formidable distancia de los indicadores económico-sociales de esos países, gratifica más ver cómo funcionan la política y los liderazgos en América del Sur.
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