EL PAíS • SUBNOTA › ENTREVISTA A JUAN ESQUIVEL
› Por Mariana Carbajal
Hace tiempo que Juan Esquivel viene investigando la relación entre la religión y el sistema político. Sociólogo, se doctoró en la Universidad de San Pablo, Brasil, con una tesis sobre los obispos católicos y la política en la Argentina en tiempos de las presidencias de Raúl Alfonsín y Carlos Menem. También ha realizado estudios sobre laicidad y la presencia religiosa en el sistema jurídico y en las políticas públicas. En una entrevista con Página/12 desgranó los principales hallazgos del estudio sobre Religión y política: Influencia de las convicciones religiosas en los y las diputadas y senadoras nacionales.
–Del análisis de la encuesta, ¿dónde se visualiza la presencia del factor religioso en la construcción de la praxis política?
–Se visualiza con claridad en la percepción de los legisladores sobre la influencia de las convicciones religiosas en el colectivo parlamentario. Apenas el 3 por ciento de los parlamentarios considera que las convicciones religiosas de sus pares no influyen en la elaboración de proyectos y en las propias votaciones en el recinto. O en los posicionamientos individuales que se sustentan en valores religiosos, incluso para quienes avalan la aprobación de proyectos ligados a los derechos civiles (recordemos que cuando en 2010 se discutió en el Parlamento el matrimonio entre personas del mismo sexo, las apelaciones a la Biblia, a Jesús y a otras referencias religiosas estuvieron presentes tanto por quienes se oponían, como por quienes defendían la iniciativa); o en la lógica parlamentaria, no ajena a las redes de sociabilidad y de influencia de las instituciones religiosas, que explica la disonancia entre las posturas individuales y las percepciones colectivas.
–Pareciera que es más fácil que leyes resistidas por la Iglesia Católica pasen el filtro del Congreso que el de los gobernantes provinciales. Un ejemplo es la resistencia en algunas jurisdicciones a cumplir con la Ley Nacional de Educación Sexual.
–La brecha existente entre la aprobación de normativas en el campo de la salud, familia y educación que amplían los márgenes de ciudadanía y el grado de aplicación de las mismas advierte la mayor eficacia de la influencia de los poderes religiosos sobre los poderes ejecutivos locales que sobre los ámbitos parlamentarios nacionales, fundamentalmente cuando los debates asumen un carácter público. Este desfasaje o dislocación entre normas vigentes y el retraso de su reglamentación o implementación abre nuevas líneas de indagación sobre la cultura dominante en la gestión de lo público.
–¿Le resulta llamativo el contacto frecuente entre líderes religiosos y parlamentarios, tal como surge de la encuesta?
–Los legisladores fueron consultados sobre si habían entablado encuentros con líderes religiosos en su condición de parlamentarios en el último año y sobre las causas que motivaron tales reuniones. Apreciemos aquí la naturalización del vínculo entre lo político y lo religioso a la hora de abordar cuestiones de políticas públicas. Los encuentros estuvieron motivados por la definición de los contenidos de educación sexual en colegios públicos; la discusión en torno del matrimonio entre personas del mismo sexo; informar de la agenda legislativa en temas de interés de la Iglesia, acciones conjuntas, temas sociales y pobreza. En la tradición política argentina, la búsqueda de legitimidades en el campo religioso está registrada como parte del ADN de la praxis política. No sólo en períodos preelectorales; la forma de organizar la política pública contempla en sus instancias de intermediación las estructuras religiosas presentes en los barrios.
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