Una nueva investigación sobre la relación entre policías y narcos se desarrolla en una fiscalía de Rosario. El origen es una causa de repercusión conocida como los narco-voladores, en que fue interceptado un avión del empresario agropecuario Mario Baldo, de Jesús María. En total se transportaban 500 kilos de marihuana. Una parte del cargamento era llevado por dos cómplices santafesinos, Daniel Decidue y Gustavo Ramos. Este último fue condenado a 12 años de prisión, que cumplía en Córdoba, porque allí fue sorprendido el avión y estaba el centro de la banda. Luego fue llevado a la Alcaidía de Rosario, de donde salía por las noches para vender estupefacientes.

Ramos adujo que para reafirmar sus vínculos familiares era necesario que se lo traslade a Rosario y, más en concreto, a la Alcaidía Mayor de esa ciudad. El fiscal se opuso, pero el tribunal decidió darle ese beneficio a Ramos.

El fiscal federal de Córdoba, Carlos Gonella, denunció ante el Tribunal Oral número 2 que Ramos, en connivencia con autoridades policiales, no sólo sale todas las noches de la Alcaidía, sino que continúa vendiendo estupefacientes. En base a la enuncia de Gonella, se señala que Ramos “no pernocta en la Alcaidía y les está pagando una suma de dinero a los efectivos para que asienten que sí lo hace”.

El texto aporta innumerables detalles, incluyendo el lugar donde duerme, los dos vehículos que utiliza, con quién realiza las ventas de drogas –se refiere a un custodio de la Alcaidía– e incluso la vinculación de la hermana de Ramos con otro policía.

A raíz de la denuncia de Gonella, el tribunal cordobés le revocó el traslado a Ramos y resolvió que vuelva a cumplir condena en la provincia mediterránea. De todas maneras, en Rosario quedó abierto el expediente para que se investigue la complicidad policial con estas andadas de Ramos, saliendo a comercializar estupefacientes cuando se supone que está entre rejas.

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