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Pou ya no está, pero sus amigos crecen en el BCRA
Remes se quejó de que el Banco Central está dominado por gente del CEMA, pero ahora avaló la promoción de uno de ellos a un puesto estratégico.
› Por Julio Nudler
“El problema que tenemos es que el Banco Central está copado por la línea (los funcionarios de carrera) y a la línea la controla la gente del CEMA”, gimió entre cuatro paredes Jorge Remes Lenicov cuando estalló el escándalo que desembocaría en la renuncia de Roque Maccarone. Más allá de lo que verdaderamente sucedió en esa ocasión, Remes expresó entonces ante varios testigos políticos sus reparos ideológicos respecto del bunker ultraliberal del que surgieron economistas como Roque Fernández, Pedro Pou y Carlos Rodríguez. Por eso causó sorpresa que avalase la designación de Alejandro Guillermo Henke como director del Banco Central y vicesuperintendente de Entidades Financieras y Cambiarias, tratándose de un graduado en Finanzas y en Dirección de Empresas de la Ucema (Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina), donde está cursando el doctorado en Economía. Allí mismo cumplió funciones entre 1995 y 1996. En concreto, cuando se cierne un nuevo proceso de restructuración bancaria, un organismo clave como la superintendencia es conducido por dos hombres muy próximos a Pou: Guillermo Lesniewier y Henke. En cuanto a Mario Blejer, presidente del Central, si bien no ha tenido vinculación con el CEMA, se formó en la Universidad de Chicago, al igual que Fernández y Rodríguez.
Henke, ingeniero electrónico y campeón argentino de remo en las especialidades dos largos sin timonel, cuatro largos con timonel y ocho largos, y socio del Deutsches Klub, había llegado al tope del organigrama no político del BCRA al ejercer la subgerencia general de Regulación y Régimen Informativo. De él dependía la gerencia principal de Normas, dirigida por otro hombre del CEMA, José Rutman, quien firma las circulares del instituto emisor. Entre los funcionarios que habría tenido in mente Remes al fustigar el dominio de los cemáticos también debía figurar Verónica Balzarotti, que detenta la gerencia de Investigación y Planificación Normativa y como tal dependía de Henke.
Remes formuló su queja contra el Central durante el escándalo que estalló cuando el organismo emitió una circular por la cual los deudores de créditos grandes en dólares –superiores a los topes que se habían establecido, entre ellos el de hipotecas de cien mil dólares– deberían cancelarlos, no 1 a 1 ni al dólar oficial de $1,40, sino al libre. Aunque en el BCRA aseguran que el ministro dio su acuerdo a esa medida, luego Economía responsabilizó a Maccarone por la norma, rápidamente sustituida por otra que pesificó esas deudas grandes a 1,40, para aplacar el cacerolazo de los deudores y la presión de los lobbies. Finalmente, como se sabe, todo terminó en una pesificación uno a uno, y Blejer pasó de vice a presidente.
Junto con la promoción de Henke al directorio, que aún debe ser homologada por el Parlamento, se conoció la designación del justicialista Aldo Pignanelli como vicepresidente, coincidencia que parece responder a la ley de las compensaciones. Pignanelli, con un perfil relativamente alto, y el radical Augusto Magliano, practicando éste el silencio de radio, son los dos directores críticos. De todas formas, y a pesar de las desavenencias, en el directorio tratan todos de abroquelarse detrás del consenso, unidos en realidad por el espanto, representado éste por las causas judiciales que pueden caerles encima por las decisiones que tomen o dejen de tomar en relación a varios bancos tambaleantes.
En cuanto a las dotes profesionales de Henke, y en general de la cúpula del BCRA y de la superintendencia, se les reprocha la falta de experiencia en banca. “Ni Henke ni ningún otro –remarcó una fuente– dieron jamás un crédito. No conocen el negocio por dentro. Son gente capaz, pero cuando van a un banco no saben qué mirar.” Seguro que hasta se olvidan de llevar la cacerola.
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