EL PAíS • SUBNOTA
Protestas. Como es rutina en cada Asamblea General, la esquina frente a la plaza de las Naciones Unidas, en la calle 47, se convierte en centro de los más variados reclamos de grupos de todo el mundo. Son tradición las protestas de los seguidores de diversas religiones en China que buscan ganar adhesiones contra las prohibiciones del gobierno. Ayer, se sumó una numerosa marcha de residentes egipcios que con banderas y pancartas mostraban su apoyo al ejército de su país contra los Hermanos Musulmanes y “los terroristas”.
ONU. Pasan las Asambleas Generales y, pese a los años de experiencia, siempre da la sensación de algunas cuestiones improvisadas en la organización que realizan las Naciones Unidas. La más evidente este año, que el histórico recinto de sesiones estuviera cerrado por refacciones justo en esta época. Pero hubo otras, como el camino inventado para que los periodistas circularan entre un edificio y el otro que los obligaba a caminar unos 300 metros y entrar por una puerta trasera. Que la sala de prensa no contara con pantallas para las imágenes, que eran proyectadas en una pared con una viga en el medio. Pero, en contrapartida, el personal siempre es amable –los guardias de seguridad no siempre–, el edificio principal cuenta con un excelente buffet a precios razonables y con vista al río y cada año la señora Suh vende café en la sala de prensa con paciencia oriental.
Teléfonos. En los primeros días lo lógico era echarle la culpa a Barack Obama y a las histéricas medidas de seguridad que rodean a los presidentes norteamericanos que incluyen la interrupción de las comunicaciones por los lugares donde se mueven. Pero Obama volvió a Washington y hablar por teléfono en Nueva York, sobre todo en los alrededores de las Naciones Unidas, continuó siendo una tortura. Voces entrecortadas, comunicaciones que se caen de repente, falta de señal, finalmente, no son sólo una característica única de las empresas de celulares de Argentina.
Idolo. Leyenda viva del béisbol, el lanzador panameño de los Yankees de Nueva York, Mariano “Mo” Rivera, se retiró el fin de semana pasado a los 43 años y la ciudad no para de rendirle homenajes. No hay diario, revista o programa de televisión deportivo que no siga hablado de Rivera, ganador de cinco Series Mundiales. Obviamente, como bien dijo Pepe Mujica “todo es marketing”, por todas partes venden su camiseta con el dorsal 42 y remeras alusivas con leyendas como “Mo”ments o In”mo”rtal. Mientras, otra estrella del equipo, el dominicano Robinson Cano, discute un contrato a diez años por la friolera de 300 millones de dólares.
Cadena. “Conoce más ángulos.” “Conoce más hechos.” “Recibe una nueva mirada en noticias.” La cadena de noticias árabe Al Jazeera comenzó a transmitir el mes pasado en Estados Unidos y su publicidad es muy visible por todo Nueva York, incluyendo grandes carteles en el emblemático Times Square. Originalmente sostenida por el gobierno de Qatar, hoy Al Jazeera es una cadena satelital y por cable independiente. En Estados Unidos la sede central está justamente en Nueva York pero tiene oficinas en otras 11 ciudades. Al Jazeera ya demandó a la operadora AT&T por no incluir el canal en su programación.
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