La situación de Sergio Massa en la provincia tiene dos caras. La buena es que en las últimas elecciones ganó el distrito y una performance similar en 2015 podría ser su catapulta a la Presidencia. La mala es que él ya no puede encabezar la boleta bonaerense (apuntará a la presidencial) y no tiene un candidato para reemplazarlo. O, mejor dicho, tiene muchos, pero ninguno garantiza mantener o aumentar el caudal de votos que consiguió el Frente Renovador. Hay dos grupos que disputan ese lugar dentro del armado renovador. El primero es el de los intendentes o ex intendentes más fuertes dentro de la estructura massista: Jesús Cariglino, Darío Giustozzi, Raúl Othacehe y Gustavo Posse, todos con aspiraciones y tropa propias. En segundo lugar, los jefes comunales más cercanos a Massa, parte del grupo fundador del FR aunque con menos fuerza específica: Joaquín de la Torre, Mario Meoni, José Eseverri y Gabriel Katopodis. A ellos hay que sumarles nombres como el del ex gobernador Felipe Solá, que espera su turno en caso de que ningún otro candidato despegue, y el de Martín Insaurralde, en el eventual caso de un pase al massismo. Del futuro del PRO depende que Jorge Macri decida permanecer junto a su primo Mauricio u oficialice una alianza con Massa. Y por último, cerca del ex intendente de Tigre se ilusionan con que, si su imagen sigue creciendo y ningún dirigente del FR se acerca a su potencial, podría poner a su mujer, Malena Galmarini, a encabezar la boleta.