EL PAíS • SUBNOTA › RAFAEL CORREA CONDECORO A JOSE MUJICA
› Por Fernando Cibeira
Desde Guayaquil
“Los años de cana que me comí fue porque me agarraron, me faltó velocidad. No fue por héroe”, arrancó José Mujica el agradecimiento al homenaje que le hizo ayer Ecuador, en el que se habían hecho varias menciones a los 14 años que estuvo preso en las cárceles de la dictadura uruguaya. Mujica buscó bajarse del pedestal. “Soy un paisano medio atravesado, no soy ningún fenómeno”, aclaró. Aunque sí dijo que “me retoba la injusticia”, en un discurso que dirigió a los jóvenes. “La felicidad es darle contenido a la vida”, fue el mensaje que les dejó.
En el auditorio predominaban los militantes. “Alerta que camina la espada de Bolívar por América latina”, cantaban, además de pedir para el presidente Rafael Correa la reelección, uno de los temas calientes de la política ecuatoriana. “Hay como 2 mil personas allá, muchas chicas de 18 y 20 años que quieren ver a Mujica”, bromeó Correa cuando invitó a los presidentes a trasladarse desde el lugar de la sesión al auditorio, dentro del mismo centro cívico con forma de Planetario. Cristina Kirchner, junto al resto de los mandatarios, siguió el acto desde la primera fila.
Hubo un video que repasó la vida de Mujica, unas palabras de la vicealcaldesa de Guayaquil y el discurso de Correa, quien llenó de elogios al uruguayo. “Se ha transformado en un icono de la Patria Grande”, definió. “Sencillez”, “coherencia”, “transparencia”, enumeró el presidente ecuatoriano las virtudes de Mujica. Promediando el discurso elevó el tono de voz y habló contra la represión de los militares y las oligarquías, levantando de las sillas a sus simpatizantes. Condecoró a Mujica con la mayor distinción que otorga Ecuador.
Para hablar, Mujica se sacó la distinción. Quedaba raro que se hubiera mencionado tanto su sencillez y austeridad y se parara frente al público con un tremendo medallón de oro colgando en el pecho. “No me chupo el dedo en un homenaje. Soy el mismo viejo de siempre”, dijo. Adoctrinó a los jóvenes a “darle contenido a la existencia, si no el contenido se lo va a dar la cuota que tengan que pagar cada mes por el último cacharro que se compraron”. Más de una vez campeó en su discurso la idea de la muerte. Dijo que sabía que después no había “un arco del triunfo ni odaliscas que te van a recibir porque moriste en una guerra”, que lo importante era el camino. “Tal vez quede en una paloma dando vueltas en la cabeza de alguno”, imaginó en la despedida.
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