Dom 07.12.2014

EL PAíS • SUBNOTA

El “enemigo” que te “menoscaba”

Enrique Carlos Yon fue uno de los asesinos de Rodolfo Walsh. El 30 de enero de 1987, la Armada inició un expediente por “Fallecimiento por infarto agudo del miocardio, (para) determinar si guarda relación con los actos de servicio”. Intervino el entonces vicealmirante Rodolfo Orlando Te-ttamanti, investigado por su participación en un ejercicio combinado con las Fuerzas Armadas paraguayas y cuyo hermano Raúl Tettamanti fue célebre por su actuación en el juzgado civil que debía resolver la constitucionalidad del artículo de la ley de medios por el Grupo Clarín. En un escrito, el vicealmirante Tettamanti señaló que una serie de “problemas” influyeron en su afección. “a) Su larga participación en la lucha contra la subversión; b) la acumulación de tensiones derivadas de su situación judicial en relación con las causas que se le seguían, las que se acumulaban en forma ostensible desde hacía unos tres años junto con las agresiones, injustas acusaciones, insultos, otros ataques, denostaciones, injurias y ofensas, inferidos por distintos medios de prensa y organizaciones de derechos humanos.” Los sucesos “tenían repercusiones” en su ámbito familiar y en sus amistades, “ante quienes el capitán Yon permanentemente debía revertir su imagen deteriorada y su prestigio menoscabado”.

En las actuaciones, habló el sacerdote y capellán seineldista Luis Moisés Jardín, que brindó un valioso aporte que permite ver en primera persona lo que decía la jerarquía de la Iglesia hacia el interior del cuerpo de marinos. “Lo conocí aproximadamente en el año 1980 y la amistad fue haciéndose más estrecha, llegando a su máxima expresión en los últimos dos años (...). En el año 1985 le manifestó sus inquietudes relacionadas con su situación judicial inquiriéndole su opinión al respecto. En todo momento trató de aconsejarle absoluta frialdad de razonamiento en sus análisis, ya que la lucha en la que participó tomaba ahora nuevos matices, pero que por sobre todo no había terminado y que era una guerra de mentes que sería indudablemente ganada por el campo que mantuviera el dominio de ese plano, para lo que debía, entre otras cosas, mantener su confianza en sus camaradas, tratando de que el enemigo no resquebrajara el frente interno, con las dudas y desconfianza que insidiosamente sembraba en su mente.”

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