La jueza Sandra Arroyo Salgado recusó ayer a la fiscal Viviana Fein lo que, en los hechos, significa pedir su apartamiento de la causa. El argumento central –aunque hay otros– tiene que ver con la designación del perito Enrique Prueger para que haga un trabajo sobre el análisis de las manchas de sangre. Prueger tiene un programa con el que se puede determinar la dirección de la sangre, dónde y en qué posición estaba la víctima y cómo cayó.

La objeción de Arroyo Salgado tiene que ver con que Prueger, antes de vincularse con la fiscalía, fue entrevistado por distintos medios. En la mayoría de esas notas dio un primer diagnóstico sobre la muerte de Nisman que apuntaba a que el fiscal se habría quitado la vida. Dado que Arroyo Salgado sostiene la hipótesis del homicidio, no sólo cuestionó la designación de Prueger sino que directamente recusó a Fein.

Arroyo Salgado cree que la fiscal ya tiene opinión formada y que considera que Nisman se suicidó. Y cada vez está golpeando más duro para sacarla del caso. “Hay una persecución, un desgaste moral cotidiano contra la fiscal”, contestan cerca de Fein.

Hace dos semanas, Arroyo Salgado presentó un escrito reclamando que la jueza Fabiana Palmaghini dirija la investigación, cuando el Código Procesal sostiene que en los casos en que existe un autor NN el expediente debe ser instruido por la fiscal. Aquella ofensiva fracasó, porque Palmaghini ratificó a Fein al frente del caso. Ahora en la fiscalía sostienen que Fein peleará con uñas y dientes este nuevo ataque y de ninguna manera aceptará ser desplazada.