Lo dijo Juan Perón y lo recuerda a la perfección Cristina Fernández de Kirchner, que repitió la frase varias veces en sus discursos a la militancia en los patios de la Casa Rosada: “Sólo la organización vence al tiempo”. A medio año del final de su segundo mandato, la Presidenta ve que se aproxima el momento de poner a prueba ese postulado. Y la herramienta en la que recaerá esa tarea inédita en la historia argentina es la agrupación que nació junto con su gobierno y que creció estos ocho años hasta convertirse en uno de los actores centrales de la política local: La Cámpora, que al mismo tiempo que se funde con el peronismo fortalece su identidad propia y será, desde diciembre, los ojos y oídos de la ciudadana Cristina en su nuevo rol de líder político sin cargos públicos.

El cierre de listas anticipa una nutrida presencia de dirigentes de esa organización en ambas Cámaras del próximo Congreso; la sociedad electoral entre Daniel Scioli y Carlos Zannini como fórmula presidencial garantiza cierta continuidad de cuadros camporistas en segundas y terceras líneas del Poder Ejecutivo si gana el Frente para la Victoria; este año, por primera vez, habrá referentes de ese espacio disputando territorio en el conurbano; mientras otras figuras políticas de distinto origen dentro del oficialismo comienzan a incorporarse, por primera vez, a la fuerza liderada por Máximo Kirchner. Cada uno de esos pasos responde a un objetivo: la construcción de una estructura política capaz de perdurar más allá de 2016.

La tercera etapa

La Cámpora nació en 2007, en Río Gallegos, cuna del kirchnerismo, y rápidamente se propagó por todo el territorio nacional a través del trabajo de base en todos los distritos. Dos hitos fueron clave para su consolidación en esta primera etapa: el conflicto con las patronales rurales y el Grupo Clarín, que estalló en 2008, le dio a la organización más visibilidad y comenzó a acercar a sectores de la juventud. Dos años más tarde, la muerte del ex presidente Néstor Kirchner causó una ola de participación juvenil que se volcó, de forma mayoritaria, en ese espacio. Al mismo tiempo, algunos de sus referentes comenzaban a destacarse en cargos públicos: Andrés Larroque y Juan Cabandié fueron los primeros.

Entre 2011 y este año hubo una segunda etapa. Fernández de Kirchner, tras ser reelecta con el 54 por ciento de los votos, contó con una legitimidad inédita que le permitió una mayor intervención política de su tropa propia en las estructuras ejecutivas centrales y más flexibilidad en el armado de listas. Mientras los cuadros camporistas se hacían cargo de importantes sectores de la burocracia estatal, más dirigentes fueron destinados a lugares de más importancia y visibilidad, en el Ejecutivo y en el Congreso: el caso paradigmático es el del secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro, pero también crecieron otras figuras como Mariano Recalde, Julián Alvarez y Anabel Fernández Sagasti.

En diciembre comienza una tercera etapa, donde todas las miradas estarán puestas en el Poder Legislativo: de acuerdo a las listas presentadas, La Cámpora podría pasar de doce diputados a tener el doble; además de sumar un par de bancas en la Cámara alta: las diputadas Fernández Sagasti (en Mendoza) y María Luz Alonso (La Pampa) disputan con chances el ingreso al Senado. Además, Zannini presidiría el Senado y Wado de Pedro la Cámara baja. En paralelo, dos referentes de La Cámpora disputarán por primera vez una intendencia. Son Alvarez, actual secretario de Justicia, en Lanús; y el concejal Juan Ignacio Ustarroz (medio hermano de Wado de Pedro), en Mercedes. “Ahora son dos pero en cuatro años no van a poder contarnos”, anticipan fuentes camporistas.

Come together

La noticia pasó desapercibida en medio de la marea electoral: el jefe comunal de Berazategui y ex precandidato a gobernador bonaerense, Patricio Mussi, al lanzar su campaña para ser reelecto en ese distrito, anunció su acercamiento a La Cámpora. “Las nuevas generaciones de jóvenes que florecimos con Néstor Kirchner vinimos a romper con esas viejas estructuras, queremos mostrar que no hay utopías. Así como existió el Perón de los ‘50, ahora es Néstor mi Perón, el Perón de todos los jóvenes. Pero no sólo hay jóvenes de La Cámpora en las listas, sino que yo siento que La Cámpora en Berazategui tiene al intendente”, dijo el jefe comunal. Mussi, coetáneo a los principales referentes de la organización, es la primera figura que gobierna un distrito en sumarse a ese espacio.

Pero no será la última. “Hay otros dirigentes que por edad y por convicciones políticas se encuentran políticamente cerca de La Cámpora, y después de diciembre habrá un montón de divisiones que existen hoy dentro del movimiento que van a dejar de tener sentido. Por eso es lógico que se acerquen”, reflexionan en la agrupación conducida por Máximo Kirchner. Si bien todavía no hay más pases confirmados, los ojos están puestos en los jefes comunales que compartían con Mussi el espacio Los Oktubres: Francisco Durañona (San Antonio de Areco); Juan Pablo de Jesús (Partido de la Costa); y Martín Soria (General Roca), entre otros.

La política de puertas abiertas también se dará en el Congreso, donde a los legisladores propios podrían sumarse otros diputados y senadores kirchneristas para conformar una especie de “sub-bloque”, dentro de la bancada del Frente para la Victoria, pero con coordinación propia. Así, diputados como Juliana Di Tullio o Héctor Recalde y senadores como Juan Manuel Abal Medina podrían engrosar el número de parlamentarios que responderán directamente a la conducción de CFK. “La Cámpora ya no es una agrupación juvenil –advierten desde ese espacio–. Somos la representación política de algo más grande y todos los que se vean reflejados en este proyecto son bienvenidos.”