EL PAíS • SUBNOTA › LOS DOCUMENTOS QUE MUESTRAN LO QUE LA CORTE DESECHó
› Por Alejandra Dandan
Las Actas de Recepción formaron parte hasta este año de la documentación clasificada secreta por las Fuerzas Armadas. En 2012 se desclasificó el Informe Ra-ttenbach, con otra parte de los documentos y otra mirada, ya que su objetivo era analizar la estrategia militar y la decisión de la dictadura de ir a la guerra. Stella Segado es directora del área de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa y encargada del análisis del material. “Nosotros sabíamos que esta documentación existía, pero no podía ser aportada en las causas porque era secreta. El ministro Agustín Rossi habló con la Presidenta. Explicó la situación. Y a Cristina le pareció que había que desclasificarla porque aportaba mucho a las causas que la Corte había desechado. Inmediatamente ella dijo que sí. Esto se escuchó en el discurso de apertura de las sesiones del Congreso el 1º de marzo y se ordenó por decreto. Cuando entramos a analizar la documentación, las cosas más importantes eran los legajos de los militares que estuvieron en las islas y las Actas de Recepción. En las actas estaban los datos de cada uno de los soldados. Tienen un informe de tipo pericial de cómo llegan al continente en términos médicos y psicológicos y un testimonio de cada uno contando distintas situaciones. Las actas son muchísimas. Seleccionamos un poquito más de 700 que hablan de la vulneración de derechos. Van desde las denuncias del ‘pie de trinchera’, que en la mayoría de los casos es congelamiento en las piernas y pies por no tener vestimenta apropiada y desnutrición. Muchísima desnutrición. Y castigos corporales que básicamente son tormentos y torturas, pero lo increíble es que todo tiene que ver con todo: es decir, los soldados tenían hambre.”
Las actas muestran una sistemática en ese sentido. Los soldados salían a buscar comida. A veces de noche o a escondidas, explica Segado. “O agarraban una oveja que andaba suelta o por ahí, iban a los galpones donde se guardaban los alimentos porque ellos sabían que los oficiales y suboficiales comían bien. Los que estaban en las trincheras, alejados, iban caminando. En esas condiciones, tal vez eran vistos por sus superiores y entonces sufrían estaqueos o enterramientos en pozos. Les pasaba eso o ver compañeros que se murieron desnutridos. Muchos de los testimonios hablan de la vivencia de ver cómo un compañero se murió de hambre. La mayoría llegaba con 25 kilos menos de peso. Estoy hablando de chicos de 20 años, no son adultos grandes sino jóvenes de contexturas muy menudas.”
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