- Vigilante. Una multitud se formó como nunca antes en la entrada de la escuela donde iba a votar Mauricio Macri. Un hombre con una bandera argentina de capa y otra como turbante se paseaba frente a la puerta. En un momento, frenó un auto de alta gama y todos creyeron que era el candidato. La multitud se agolpó, pero –para su decepción– no era Macri. Cuando llegó la camioneta que traía al jefe de Gobierno, fue rodeada por los fans. Macri salió, saludó y debió atravesar un mar de saludos. Las 84 facturas que trajo para los periodistas y el presidente de mesa se vieron, tristemente, aplastadas pero llegaron a destino. De todas formas, Macri consiguió comerse un vigilante. Lo acompañaba Juliana Awada, toda de blanco, y despeinada por su baño de popularidad. Macri salió, le frotó la cabeza al joven fiscal del Frente para la Victoria y fue hacia las cámaras. Sus asesores le prepararon una tarima para que no fuera aplastado por los camarógrafos como en otras oportunidades. De fondo, sus seguidores le gritaban: “Sí, se puede”, emulando el eslogan de Barack Obama.

- Tiro libre. “Me voy a jugar al fútbol. La última elección metí un gol de tiro libre. Después, Lilita viene a comer”, contó el candidato de Cambiemos en la conferencia de prensa matutina. Dijo estar “con mucho sentido de la responsabilidad por el rol que estoy asumiendo a partir de hoy. Esperamos trabajar unidos todos los latinoamericanos”. A la tarde, efectivamente, jugó el partido y hubo otro tiro libre. Y, por su puesto, Macri metió otro gol. Después, asado.

- Borrada. Elisa Carrió fue a votar sin la misma atención que generó Macri. Pero no se contuvo y contó una infidencia. Dijo que no había estado muy presente en la campaña porque Jaime Durán Barba la vetó. Dijo que perjudicaba al candidato. Ella pretextó problemas de salud para no viajar al cierre de Macri en Humahuaca. “Como dijo Durán Barba, yo sabía que perjudicaba a Cambiemos, aunque sea la que lo haya articulado”, afirmó.

- Delicias PRO. Como siempre, el catering fue abundante, quizás más que ninguna otra vez. Sanguchitos de jamón, medialunas, cuadraditos de chocolate, limón o manzana, todo con gaseosa y agua a granel para los más de 800 periodistas que se acreditaron para cubrir la victoria de Macri.

- Corneta de Larreta. Augusto Rodríguez Larreta, hermano del electo jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, recorría el bunker con una corneta roja y estridente como vuvuzela. Lo acompañaba su esposa, la modelo Julieta Spina, quien maneja el programa Ciudad de la Moda del gobierno porteño, motivo por el cual fue denunciada por el legislador Aníbal Ibarra. Entre los invitados también se lo podía ver al amigo personal Nicolás Caputo.

- Secretaria. “Quiero agradecerles a Lilita y a Sanz. A María Eugenia, que dio una batalla difícil. A Marcos Peña, que fue un jefe de campaña de lujo. A mis padres, que me dieron tantas oportunidades”, enumeró Macri en su discurso de la victoria. Pero el agradecimiento más especial lo reservó para su secretaria, Anita, que fue también la secretaria de Franco Macri. “Me cuida desde los cinco años”, dijo, antes de que ella saliera al escenario un momento para abrazarlo.

- Baile. Macri bailó como siempre, mientras los radicales hacían su salida del escenario y entraban a tropel los funcionarios macristas. Un hiperbronceado Miguel Del Sel lo abrazó a Macri y se sumó a la comparsa, mientras Alfredo De Angeli revoleaba una remera, un gesto en el que nadie supera al ministro de Educación, Esteban Bullrich. Macri se puso a su hija Antonia a babucha y bailó de costado con Tan Biónica de fondo. Luego, como siempre sonó “No me arrepiento de este amor”, de Gilda. Michetti tomó el micrófono y la cantó, en un gesto que remedó el bunker de la primera victoria que tuvieron juntos, cuando ganaron la Ciudad.