Mauricio Macri decidió apuntalar el gobierno de María Eugenia Vidal con alguno de sus funcionarios de confianza. El razonamiento es que si la provincia entra en crisis, se lleva puesto al gobierno nacional, por lo que buscarán evitar errores no forzados y funcionarios inexpertos. Es por eso que Edgardo Cenzón, actual ministro de Espacio Público, no recalará en la Nación, sino en el Ministerio de Infraestructura bonaerense. Al área de comunicación, que conduce Mariano Mohadeb, se sumará Federico Suárez, uno de los asesores de comunicación de mayor confianza de Macri. En Educación –un área que deberá negociar con los gremios docentes– pondrán a Alejandro Finocchiaro, quien ya tiene experiencia negociando con los gremios docentes porteños.

Finocchiaro fue asesor de Mariano Narodowski, pero debió abandonar el cargo luego de un paro de 10 días. Abogado y doctor en Historia, provenía de la Universidad de La Matanza, al igual que el espía Ciro James y fue citado por la Comisión Investigadora Especial de las escuchas ilegales de la Legislatura para explicar su relación con James. Siempre negó conocerlo. Volvió al Ministerio de Educación con Esteban Bullrich como subsecretario de Políticas Educativas y Carrera Docente. Allí tuvo varias confrontaciones con los gremios, por los cambios en las juntas de calificación docente y el despido de docentes por hacer una obra de teatro. Una de las frases que le atribuyen es: “Nosotros somos Israel y los docentes, Hezbolá”. Ahora será director de Cultura y Educación bonaerense y deberá vérselas con los gremios bonaerenses.

La partida de Finocchiaro a provincia y de Bullrich al Ministerio de Educación nacional deja un espacio a llenar en la ciudad: para ese puesto, suenan el rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, Gustavo Zorzoli, y la legisladora Victoria Morales Gorleri, que es profesora de educación especial y trabajó diez años con Jorge Bergoglio en la Vicaría Episcopal de Educación.

Del gabinete de Vidal están confirmados el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza; el de Gobierno, Federico Salvai; el de Agricultura, Leonardo Sarquis, ex gerente de Monsanto; el de Seguridad, Cristian Ritondo, y Roberto Gigante, un hombre de Néstor Grindetti, que ocuparía un Ministerio de Gestión y Control, que se ocupará de coordinar las distintas áreas de gobierno, pero sin la presencia política de un jefe de Gabinete. A ellos se suman Suárez, Cenzón y en Desarrollo Social, Santiago López Medrano, el número dos de Carolina Stanley, la ministra porteña. Para Justicia, se menciona a Julio Conte Grand y para la Secretaría de Derechos Humanos, a Graciela Fernández Meijide. Para los radicales, serían los ministerios de Producción, Salud y de Medio Ambiente.