Lun 01.12.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINION

El Negro Sombra

› Por Raúl Kollmann

En los barrios San Pablo y Alvear de la zona de Don Torcuato y Talar de Pacheco casi todos conocen al Negro Sombra, el compañero de andanzas del Chila (detenido la semana pasada por el secuestro de Pablo Belluscio) y Lala, que también está prófugo. En esos barrios se sabe hace rato que los tres –y otros pesados de ahí mismo– se ocupan de secuestrar, robar e incluso tienen dos o tres asesinatos en su cuenta. ¿Por qué no los habían detenido?, es la pregunta que les hizo este periodista a varios vecinos del lugar. “Son tipos que trabajan con los milicos (policías)”, es la respuesta. Va una anécdota: “Mire, a mí el Negro Sombra, a punta de pistola, me robó un camión de esos que llevan y levantan volquetes de escombros. Era de una empresa para la que yo trabajaba. Voy a hacer la denuncia a la comisaría quinta de Talar de Pacheco y lo veo al Negro Sombra sentado conversando dentro de la oficina del comisario. Eso fue hace tres o cuatro meses. El agente que me atendió, cuando le conté cómo habían sido las cosas, levantó los ojos como diciéndome ‘¿qué querés que le haga, hermano?’”.
–¿Y qué razones tendrían policías para estar arreglados con él?
El que contesta es otro vecino: “¿A usted no le llama la atención que tres de los secuestros más famosos de los últimos tiempos hayan tenido que ver con juego clandestino o droga?”. El hombre se refiere a los casos de Facundo Laffont, en Luján, cuyo padre era o es capitalista de juego; el caso de Mirta Fernández es igual, su padre es capitalista de juego, y en lo que se refiere a Leopoldo Andrada se señala que su hijo se quedó con un paquete de una banda de narcos. El miércoles pasado, cuando la SIDE y la Policía Bonaerense irrumpieron en la zona y detuvieron al Chila –Hernán Avelino Chara, alias “El Chileno”– por el caso Belluscio, el Negro Sombra pasó por el barrio San Pablo y huyó del lugar en bicicleta. Entró en casa de un conocido después de las diez de la noche, se llevó la bicicleta y le dejó unos pesos. La redada era inmensa, no sólo incluía centenares de efectivos sino que había varios helicópteros sobrevolando las casas muy bajo e iluminando a los que buscaban a los tres secuestradores, El Chila, Lala y el Negro Sombra.
“Nos sorprendimos –cuentan los vecinos–. Pensamos que habían matado a un policía, porque nunca hacen un operativo como ése si no es por la muerte de un policía. Acá matan a alguno y, con suerte, te mandan un patrullero.”
–Si ustedes sabían que estos individuos secuestraban, ¿por qué no hicieron alguna denuncia, aunque sea en forma reservada? –insiste Página/12.
–Porque están arreglados con la cana y porque matan. No andan con un 22, andan con 9 milímetros en la cintura y matan por nada. Son una lacra. A ver cuándo alguien nos los saca de encima. Porque no dude que el Negro Sombra vuelve a andar por acá esta misma semana.

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