Dom 10.01.2016

EL PAíS • SUBNOTA

Análisis y propuestas sobre narcos y penitenciarios

En la entrevista, Zaffaroni se mostró preocupado por el transporte de drogas, al que sugirió resolver aplicando inteligencia, y por el consumo de paco. Sobre el SPB su recomendación fue disciplina y respeto jerárquico.

› Por Martín Granovsky

Raúl Zaffaroni también accedió a responder qué debe hacerse con el narcotráfico y cómo disciplinar el Servicio Penitenciario Bonaerense.

–El Gobierno dijo que uno de sus tres objetivos principales es “combatir el narcotráfico”. ¿Qué debería hacer y qué no?

–El narcotráfico envenena toda la política en los países que geopolíticamente están más afectados, que son los productores y elaboradores de cocaína. Nosotros no estamos en esa situación. Por suerte: no por inteligentes ni por moralmente superiores.

–¿Y por qué la Argentina quedó a salvo?

–Porque la ruta para Estados Unidos está muy lejos. Y seguiremos a salvo mientras resulte más barato triangular con Europa desde más al norte. Con el narcotráfico internacional la prevención debe ser controlar los vuelos de transporte, para que siga siendo más barato y menos riesgoso transportar la cocaína desde otros países. Radares, control de pistas de aterrizaje clandestinas y orientar los servicios de inteligencia en ese sentido. Esas son las medidas que hay que tomar e incentivar. Nuestros servicios deben estar al cuidado de nuestra seguridad interior y exterior, y no servir de alcahuetes a otros.

–Esos consejos valdrían para el tráfico internacional.

–En cuanto al tráfico interno, que es nuestro problema de muertos, tenemos dos frentes. El primero son las villas, en las que hay que dar trabajo, deporte, cultura y estudio a los pibes. No perseguirlos si andan con gorrita. El problema de tráfico en la Argentina son las bandas de distribuidores en nuestra propia clase media. Esto a su vez genera violencia y muerte en las villas. No se puede distribuir sin complicidad de alguien que lo permite o que deja distribuir a una banda y no a otra. Los servicios de inteligencia deben servir para eso, para detectar quién encubre y saca ventaja. Los índices de homicidio en las villas son cinco veces más altos que en el resto de la sociedad. Y los muertos son nuestros. Son nuestros pibes, no son enemigos ni extraños. Son pibes nuestros. La impunidad de esos homicidios es altísima: no se investigan.

–¿Cuál es el segundo frente?

–El segundo frente interno es el “paco”. No hay producción y distribución de ningún “cartel”. Por favor, que no deformen la realidad. No está el Chapo detrás del “paco”. Son pequeñas mafias y la producción es casera. El “paco” no es ni siquiera del todo una “droga”. Es directamente un veneno. Aquí no hay broma: envenena, destruye tejido neuronal, idiotiza y mata. Una buena brigada policial lo erradicaría. Una brigada “anti-paco”. Una brigada de gente confiable y honesta, jugada. Hay policías honestos, no jorobemos, no pensemos que todo está podrido. No es cierto. Y hace falta un buen sistema de tratamiento e integración de los pibes “paqueros”.

–¿Por qué no hay avances en un sentido como ése?

–¿Será porque el “paco” no entra en la clase media y afecta casi exclusivamente a pibes villeros? El pibe “paquero” es un enfermo en serio. Corre riesgo de vida. No es tampoco ningún héroe villero, sino un marginal dentro de la marginación. Lo marginan y segregan los otros pibes. Vive marginado en la exclusión.

–¿Qué países de América latina combatieron bien el narcotráfico y cuáles lo combatieron mal?

–Ninguno logró combatir el narcotráfico. Si lo tomamos como “guerra”, es una “guerra” perdida. Pero el problema nos excede. Solo se puede plantear a nivel global, supongo que en la ONU. Vuelvo a la suerte. Hay países que como nosotros, tienen la suerte de estar lejos de las rutas principales. No es que combatieron mejor el narcotráfico sino que el narcotráfico no los afecta tanto. Sólo tienen los problemas propios de la distribución interna y la incidencia de productos venenosos más o menos equivalentes a nuestro “paco”. Hay otros países que por desgracia son rutas o están en el camino de las rutas principales. Se desplazó la violencia de Colombia hacia México y hacia América Central porque Estados Unidos controló más la entrada por mar y aire y ahora la droga entra por tierra. La peor política fue la mexicana, emprendida durante el sexenio de Felipe Calderón. Desestabilizó el equilibrio entre las bandas y generó una guerra entre ellas. Descontroló el territorio, metió a las fuerzas armadas en la cuestión, les hizo perder el respeto tradicional hacia ellas que surgía de la población. Las corrompió. El resultado final es un genocidio por goteo, con mucho más de 100 mil muertos y 20 o 30 mil desaparecidos, todo con una crueldad increíble.

–¿Una crueldad especial?

–Sí. No me asusta ver cadáveres, pero lo que he visto en las fotos y los videos de medicina legal de México no lo había visto nunca en mi vida. Castrados, decapitados, pieles arrancadas, cadáveres cortados por motosierras... No sé, atrocidades.

–A partir de la fuga de General Alvear queda un tema en pie: el estado del Servicio Penitenciario Bonaerense. El ex fiscal Hugo Cañón, muerto el domingo 3 de enero en un accidente, era un investigador sistemático de las cárceles y los carceleros en la provincia de Buenos Aires. ¿Qué se debe hacer además de introducir purgas?

–Diré una enormidad, pero no me queda otra alternativa: es necesario disciplinar internamente al SPB. No me gustan los servicios penitenciarios militarizados y de ningún modo propongo que pongan militares en las cárceles. Pero es necesario que los mismos agentes se sometan a una disciplina rígida. Debe haber una inteligencia interna fuerte. Son importantes los controles internos y externos. Pero cuidado con provocar a los presos, cuidado con crear violencia con motines valiéndose de “submarinos” y “buchones”. Disciplina y respeto jerárquico. Y que los superiores sean responsables y ejerzan autoridad. Empecemos por ahí. No tenemos una “industria del preso” muy rentable, porque nuestros presos son demasiado pobres, de modo que en esto no nos enfrentamos con intereses de millones de dólares. Es una corrupción relativamente barata, por así decir. Es algo que con disciplina, orden y mejoramiento salarial y de condiciones de trabajo se resuelve, porque es producto del desorden y del caos interno.

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