Dom 29.02.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › EL VIAJE EN TREN DE LOS PIQUETEROS

A través de la noche, al congreso

La invitación de Raúl Castells llegó apenas cinco minutos después de descender del tren en la Estación Terminal de Mar del Plata: “Los que nos quieran acompañar vamos a ir caminando hasta el lugar del congreso”. Eso significaba caminar casi 5 kilómetros bajo un sol que asomaba a las 7 de la mañana, luego de más de seis horas de viaje. El cansancio no frenó a los piqueteros del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), que en perfecto orden siguieron a Castells hasta el predio que la municipalidad local dispuso para la realización de la XI Asamblea Nacional del MIJD en las afueras de la ciudad.
Los dos trenes que el MIJD contrató a la empresa Ferrobaires salieron de la estación Constitución poco después de la medianoche de ayer. Segundos antes de partir, un Castells distendido tras una semana agitada lanzó dos advertencias. La primera fue en broma: “Bueno a ver, los que estén chapando, paren que acá vengo con la prensa”, pidió escoltado por algunas cámaras de televisión, mientras se ubicaba en uno de los vagones a oscuras. El segundo llamado de atención fue en serio: “Acá arriba, ni una gota de alcohol, porque nuestro movimiento es como el de los zapatistas, ni alcohol ni droga”.
A la 1.45 de la madrugada, la segunda de las formaciones contratadas se lanzó a las vías, repleta de familias equipadas con carpas, colchones, frazadas y heladeras portátiles. Media hora antes, el primer tren había iniciado su viaje, cargado con más de mil personas abordo. El propio Castells lideró el control del ingreso a los trenes. Para muchos chicos fue el primer viaje a la costa, y para la gran mayoría la posibilidad de ver el mar. Pero el clima previo que generó el rechazo de los marplatenses al arribo de piqueteros a la ciudad no estuvo ausente en las expectativas de muchos de los pasajeros que se debatían entre el entusiasmo de poder visitar las playas y el temor a un trato hostil de los locales.
–¿Van a aprovechar para meterse al mar en el tiempo libre que quede después del congreso?
–Y, no sé, si nos dejan –contestó una delegada de la zona sur.
–¿Si los deja quién?
–La gente de Mar del Plata, que está enojada con nosotros.
En los diez vagones de cada tren viajaban unas 1200 personas, y hubo cotejos de truco como el que armaron Miriam, Antonio, Gisela y Pablo, que exhibían orgullosos sus carteles de egresados de la escuela comunitaria Pimpollo de Esteban Echeverría, centro que brinda instrucción básica a adultos que no sepan leer ni escribir. “La idea es buscar en este congreso más apoyo para este tipo de proyectos educativos, para que la gente aprenda a cualquier edad, porque al Gobierno le es útil un pueblo analfabeto”, comentó Mimí, una de las encargadas de las clases.
El mate fue el elemento más elegido para combatir el frío, aunque muchos no resistieron el sueño y durmieron todo el trayecto. Minutos antes de las 3 de la mañana, Castells se envolvió en una frazada y durmió hasta llegar. Algunos chicos desplegaron bolsas de dormir en el pasillo sin que los afectara el tránsito. Gabriel, un chico de diez años de Tigre, se durmió con la ventanilla abierta, sin percibir el viento helado de la madrugada a 90 kilómetros por hora.
Los trenes llegaron a Mar del Plata cerca de las 7 de la mañana, y lejos del caos pronosticado, los piqueteros se trasladaron al predio del barrio La Florida para acomodar sus equipos en las instalaciones y en un terreno vecino especialmente habilitado. Allí se reunieron con los cerca de 600 participantes que habían llegado el viernes, y todo quedó listo.

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