EL PAíS
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Debates
Por Eduardo Amadeo*.
Orgulloso y agradecido
Una vez más, Miguel Bonasso ha condenado. Usando las armas, los adjetivos y las intenciones de quienes dice haber combatido alguna vez, ensucia, agrede y condena, sin haber dado siquiera previo derecho a réplica. Cierra su computadora, empieza a buscar otro “caso ejemplar” y no tiene remordimiento, porque la ideología todo lo permite. Bonasso, y otros iguales a él creen cambiar el mundo con la difamación. Y si alguien se le anima, lo calificará también y seguirá adelante. Como lo hacen sus presuntos enemigos.
Yo estoy orgulloso de Gustavo Angeleri y de tantos otros compañeros militantes sociales con los que he trabajado tantos años. Estoy orgulloso de su compromiso, su entrega personal, su inteligencia puesta al servicio de los pobres. Estoy orgulloso de haber visto y tocado cómo recuperaron la esperanza de tantos miles de marginados y explotados, gracias a los nuevos proyectos de vida que construyeron con ellos. Hablar hoy con los 221 intendentes con los que trabajó Angeleri; recibir las notas de los 4000 pequeños proyectos que sobrevivieron a la crisis, recordar lo que juntos hicimos en medio de las peores dificultades, me demuestra que no todo está perdido. Que se pueden revalorizar las capacidades de las personas, a partir de su transformación interior. Que, con la fuerza del hombre como centro de la organización social, se puede superar el desempleo. Una vez más, en las difamaciones de los Bonassos, está ausente ese pobre hombre de Palpalá, Comodoro Rivadavia, Güemes, que cambió su vida por el trabajo de Angeleri. Sería poco serio para ellos preguntar, investigar, saber qué pasó. Para cierta intelectualidad vernácula, el pobre es sólo un objeto del próximo artículo.
Si Angeleri cometió un error, seguramente lo hizo por una causa más noble que la de quienes ven el mundo desde un tablón. Pero, con errores o sin ellos, lo repito, estoy orgulloso y agradecido a los Angeleri y a los militantes sociales que como él han hecho tanto bien.
* Vocero presidencial.
Por Miguel Bonasso.
Subjetivizar lo objetivo
El señor Amadeo subjetiviza lo objetivo para zafar y hacer zafar a funcionarios que él designó: lo que publiqué el domingo en Página/12 es solamente un extracto de dos informes de auditoría interna del Ministerio de Desarrollo Social: el 23/2000, que corresponde en parte al período en que el actual vocero fue titular de la Secretaría de Desarrollo Social, hoy Ministerio y el 53/2000 sobre el caso puntual de la Cooperativa Frutihortícola de Jujuy. Están a disposición de la autoridad o particular que quiera consultarlos y los voy a poner, como corresponde, a disposición de la Justicia, que ya me los ha requerido. Y no lo haré por razones ideológicas, sino de higiene pública. Hace cuatro años, cuando era secretario de Estado de Carlos Menem, el actual vocero de Eduardo Duhalde también se enojó porque descubrí y probé, con las cifras y datos correspondientes, que en 1995 se habían obtenido créditos del BID y el Banco Mundial por 600 millones de dólares que servían –de manera primordial– para prevenir inundaciones y la SDS a su cargo no concluyó ni siquiera empezó ningún proyecto. Por si esto fuera poco, en el Juzgado Federal número 3, a cargo del doctor Rodolfo Canicoba Corral, hay una causa penal que involucra a Amadeo, Ramón Ortega y José Figueroa por presunto clientelismo con fondos de la Lotería que debían destinarse a “subsidios institucionales”. La causa surge de una denuncia del fiscal federal Carlos Stornelli y se enriquece con una denuncia ulterior de la Oficina Anticorrupción. Habrá que informar sobre sus alcances. Por otra parte, si el señor Amadeo es serio y piensa que soy un difamador debería promoverme la correspondiente querella. Lo espero con gusto. También lo espero con gusto en el cacerolazo del viernes próximo, para que pueda apreciar en vivo y en directo cómo la gente lo quiere y premia su sensibilidad social.
Nota madre
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