EL PAíS
• SUBNOTA › JUAN GONZALEZ GAVIOLA, SUPERINTENDENTE DE AFJP
“Coincido con el Banco Mundial”
› Por Claudio Scaletta
Para el superintendente de AFJP, Juan González Gaviola, la reforma del sistema de jubilaciones y pensiones es el próximo paso del Gobierno luego de la renegociación de la deuda. La razón es el grave déficit de cobertura que genera a futuro. También coincidió con la visión del Banco Mundial sobre el régimen de capitalización, que a juicio del funcionario no cumplió ninguno de los objetivos que se propuso. No redujo el déficit, no aportó al crecimiento de la economía y resultó sumamente oneroso, tanto para el fisco como para los aportantes.
–¿Conoce el documento en el que el Banco Mundial cambia su visión sobre la reforma previsional?
–Sí, surgió de una reunión realizada en Colombia para discutir reservadamente los problemas de la capitalización. Allí el Banco reconoció lo que resultaba imposible no ver, que en muchos países el régimen privado no había cumplido los objetivos que se había propuesto. En algunos emergentes, el sector estaba cartelizado y la mayor competencia que se suponía debía generar no existía. Coincido totalmente. En Argentina es donde el sistema ha dado los peores resultados. A diferencia de otros países, como Chile, ese ahorro que costó tanto conseguir no se volcó al crecimiento. Además, el sistema estuvo mal planeado y el Estado salió a competir con los privados.
–¿Por qué se tardó tanto en reconocer el problema?
–Quizá porque se observa la caída de los niveles de cobertura, una situación que no depende sólo de un sistema u otro, sino del propio mercado laboral, caracterizado en los últimos años por su creciente precarización.
–Concentrándonos en la experiencia argentina, ¿cuáles cree que son los principales déficit del sistema?
–El dato básico es que las expectativas no se cumplieron. Uno de los argumentos con que se promocionó la capitalización privada fue que se reduciría el déficit que, en cambio, aumentó. El costo de la transición fue altísimo y explica buena parte de la composición de la deuda pública. A ello se sumaron algunas medidas adicionales tomadas por Domingo Cavallo, como la disminución de los aportes y el traspaso de las cajas provinciales, que en conjunto provocaron un grave desfinanciamiento del sector público.
–Mientras esto ocurría, el sistema exhibía una elevada rentabilidad de sus inversiones.
–Ese fue otro problema. La rentabilidad estuvo absolutamente disociada de la economía real. El Estado, para cubrir el mismo déficit que el sistema le generaba, colocaba títulos a tasas exorbitantes de hasta el 20 por ciento anual. Entonces, si se desglosa esa rentabilidad, se observa que la mayor parte fueron títulos públicos.
–Tampoco se cumplió la promesa de impulsar el crecimiento.
–Fue al revés; el déficit que provocó elevó las tasas de interés, lo que tuvo un claro efecto recesivo.
–¿Aquí también se produjo la cartelización a la que aludió el Banco Mundial?
–Se prometió más competencia y más eficiencia y se obtuvo un mercado altamente imperfecto, con una gran asimetría de información entre los actores. Tampoco funcionaron las economías de escala. Se da la paradoja de que las empresas más grandes son las que cobran las comisiones más altas.
–¿Cómo se explica?
–Pareciera que la gente no es sensible al costo de la comisión. La publicidad del sistema era que la seguridad estaba dada por el banco que las administradoras tenían detrás, lo que no significa nada. También influyeron incentivos próximos a la ilegalidad, como las comisiones pagadas a los promotores para provocar pases de afiliados entre administradoras.
–¿Cómo se revierte esta situación?
–Si no se introducen cambios, en el futuro dos tercios de los trabajadores no tendrán ninguna cobertura. Luego del canje de deuda la discusión para mejorar el sistema es el próximo paso. Las claves serán la reducción del déficit, una mayor competencia, un sistema que sea menos honeroso y que contribuya al crecimiento de la economía.
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