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Los intrusos más famosos
En una Londres blindada por 14 mil efectivos policiales y cientos de agentes del servicio secreto estadounidense que custodiabaan calles a pocas horas de la visita de George Bush en noviembre de 2003, el periodista del Daily Mirror, Ryan Perry, reveló que dos meses atrás logró infiltrarse en el Palacio de Buckingham como miembro del personal de servicio. El escándalo estalló en Gran Bretaña cuando Perry reveló la facilidad con la que recorrió cada rincón de la residencia disfrazado de mayordomo, y cómo llegó incluso a servirle el desayuno a la reina Isabel II. “Si hubiera sido un terrorista tratando de asesinar a la reina o al presidente Bush, lo habría hecho con absoluta facilidad”, aseguró en reportero en su columna del Mirror el mismo día en que el mandatario norteamericano inició sus actividades en la isla y abrió un gran interrogante sobre la efectividad del celoso sistema de seguridad real.
Además de ser el nombre de un personaje de telenovelas, el “besuqueiro” es un personaje bien conocido en Brasil y especialmente por los guardaespaldas de ricos y famosos. Se trata de un sujeto inofensivo que se las ingenia para sortear cordones y controles de seguridad de personas conocidas, con el único objetivo de besarlas. Entre las víctimas del “besuqueiro” se encuentran figuras del deporte como los futbolistas Pelé y Ronaldo, estrellas del espectáculo como Xuxa, y hasta el ex presidente Itamar Franco.
El 28 de mayo de 1987, un joven piloto de Alemania Occidental desafió al Kremlin soviético. Luego de más de 40 horas de vuelo desde Hamburgo, Mathias Rust, con apenas 19 años, aterrizó su avioneta en la Plaza Roja de Moscú poniendo en ridículo el sistema de vigilancia aérea más grande del planeta. Rust detuvo su Cessna C-50, de diez metros de largo, a pocos pasos de los muros del palacio de gobierno soviético. Aunque apenas descendió de su aeronave fue inmediatamente detenido y encarcelado durante 432 días en campo de trabajo. “Quise construir un puente imaginario entre el Este y el Oeste”, explicó luego Rust, en pleno deshielo de la Guerra Fría.
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