EL PAíS
• SUBNOTA › LOS AHORRISTAS MANTUVIERON CERCADO EL CONGRESO
Un verdadero día de furia
› Por Santiago Rodríguez
Cacerolas, latas o directamente algo de metal para pegar contra las columnas del alumbrado público. Cualquier cosa les sirvió ayer a los ahorristas para expresar frente al Congreso su ira frente al plan del Gobierno de canjear sus depósitos por bonos. Apostados en las puertas del Senado y de la Cámara de Diputados, los manifestantes se acordaron a los gritos de las madres del presidente Eduardo Duhalde y de los legisladores, y lograron alterar la actividad parlamentaria: de hecho, casi nadie pudo entrar o salir del edificio y los pocos que se animaron a hacerlo fueron corridos, increpados y alguno que otro hasta golpeado. La intención de los ahorristas era continuar hasta hoy en ese lugar para impedir el tratamiento del proyecto del Ejecutivo que consagra el nuevo Plan Bonex. “Si lo aprueban, fuimos”, reflexionaban.
Los que se movilizaron ayer por la tarde hasta el Congreso son ahorristas indignados por lo que consideran “un nuevo capítulo de la estafa” y, básicamente, los mismos que desde hace un par de meses peregrinan los lunes, miércoles y viernes por el microcentro porteño escrachando bancos. Presencia política puede decirse que no hubo: apenas dos o tres banderas del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y un fugaz paso de la legisladora porteña por ese partido Vilma Ripoll para manifestar su solidaridad con los ahorristas.
“Yo nunca me movilicé hasta que me tocaron la plata de mi bolsillo. La política no me importa y tampoco que los partidos quieran venir a las marchas a hacer su negocio, lo que yo quiero es que me devuelvan lo que deposité y por eso no falto ni a una sola manifestación”, explicó una mujer a Página/12. Su cacerola, abollada a tal punto que era difícil reconocerla como tal, daba fe de que se trataba de una habitué a los escraches a entidades bancarias que día por medio tienen lugar en la city porteña.
A unos pocos metros, lata en mano, otra mujer confesaba ser, en cambio, debutante en esas lides. “Es la primera vez que vengo porque esto es el colmo. Tengo 65 años y no puedo esperar diez años más para que me devuelvan lo que es mío”, decía la señora, mientras detrás suyo otro ahorrista exhibía en una mano un cartel con la leyenda “Ratas” –en alusión, obviamente, a los políticos– y en la otra directamente una jaula con una rata blanca y otra negra, por cierto desagradables.
Los ahorristas hicieron sonar sus cacerolas hasta el cansancio –de los demás, porque la verdad es que ellos no pararon en ningún momento– y entonaron cuanto cántico pudieron contra Duhalde y compañía, pero eso no les resultó suficiente para descargar su bronca contra la intención del Gobierno de implementar un nuevo Plan Bonex: aunque no hubo muchos que se animaron, todos los que salieron del Congreso fueron blanco de la furia.
Así, por caso, los manifestantes arremetieron contra un automóvil que creyeron que pertenecía al senador radical Mario Losada, al que le rompieron la luneta y le rayaron todo el capot, y corrieron al grito de “chorros” a todo aquel que saliera del Congreso sin importar de quién se tratara. De hecho, una de las personas a las cuales los ahorristas llegaron a golpear –la policía implementó un amplio operativo de seguridad, pero en todo momento se mantuvo al margen– explicó más tarde que ni siquiera era empleado del Parlamento sino corredor de seguros. Y más de un periodista, que cometió la osadía de ir trajeado, tuvo que apresurarse a mostrar su credencial para no ser presa de la bronca.
“Somos pocos, acá tendría que haber 10 millones y salir todos los días, no dejarlos respirar”, enfatizó mezclado entre los manifestantes en las escalinatas del Congreso el ex fiscal del juicio a las Juntas Militares, Julio César Strassera, quien señaló que “es una gran estafa que un país en default entregue bonos”.
Los ahorristas que se manifestaron frente al Congreso, es cierto, no fueron más de 300. Pero aun así consiguieron sitiar virtualmente el edificio y dicen no estar dispuestos a permitir que los legisladoresingresen a tratar la ley que establecería el canje de sus depósitos por bonos.
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