Vie 26.04.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › DE GELBARD A CANDIDATO DE DUHALDE

El hombre ministeriable

› Por Luis Bruschtein

“Dios nos libre y guarde si en lugar de Menem y Cavallo estuvieran Alfonsín y Sourrouille, Massaccesi y Terragno o Bordón y Lavagna.” Ahora estarían Duhalde y Lavagna, y Domingo Cavallo, autor de esa frase en 1995, –premonitoria para él–, está preso en Campo de Mayo. Roberto Lavagna, quien apunta a convertirse en la nueva estrella del gobierno transitorio argentino, tiene 59 años, es economista de la UBA, con un posgrado en la Universidad de Lovaina, Bélgica, integró el gabinete nacional y fue secretario de Industria y Comercio cuando Juan Vital Sourrouille fue ministro de Economía en la presidencia de Raúl Alfonsín.
Tras la caída de la dictadura, en 1983, cuando ya los empresarios ministros de Economía aparecían como una figura anacrónica y eran reemplazados por la figura del “técnico” con título en alguna universidad norteamericana o europea, Lavagna formó parte de la camada de jóvenes y modernos aspirantes a administradores de la economía. Para el justicialismo de esa época, todavía poco acostumbrado a estos nuevos protagonistas, Lavagna era un peronista de “paladar negro”.
La diatriba de Cavallo se completaba con la acusación de haber sido uno de los responsables del Plan Austral que desembocó en la hiperinflación. “Llevó adelante una costosa política industrial exportadora que tuvo un efecto mínimo en las ventas externas”, disparó el creador del modelo. Pero Lavagna recordó que renunció a su cargo en 1987 porque la forma en que habían comenzado las negociaciones con el FMI incluían ajustes y la obligación de emitir bonos para financiar deuda pública, lo que dejaba poco espacio para la promoción industrial. Tras su renuncia presidió la consultora Ecolatina, de aceitadas relaciones con los grandes exportadores de la industria.
Casado y con tres hijos, siempre se declaró peronista, al igual que su colega Roberto Frenkel, que lo acompañó en su pasaje junto a Sourrouille. No había sido esa su primera incursión en la administración pública, porque en 1973 y ‘74 ya había ocupado cargos en la Secretaría de Coordinación y Programación Económica cuando el ministro era José Ber Gelbard durante la presidencia de Perón.
Enrolado en la renovación peronista, fue un hombre cercano a Antonio Cafiero, a quien asesoró cuando fue gobernador. Al caer Cafiero ante el ascenso de Menem y Duhalde, el espacio de Lavagna quedó acotado en el peronismo y a mediados de los 90 pareció acompañar a José Bordón en su corrida hacia el Frepaso. Una de las críticas al Frepaso era la escasez de técnicos en sus filas. Bordón lo lanzó a la campaña y Lavagna aclaró que simpatizaba, pero no militaba en la nueva agrupación. Más tarde, Bordón quedó fuera del Frepaso y, cuando triunfó la Alianza, el actual candidato a ministro no figuró en el equipo de José Luis Machinea, aunque fue designado embajador ante la Unión Europea, cargo que conservaba hasta ayer.

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