En cada intervención de los ministros de Lula o en cada mención que a él se hacía, los ex petistas que fueron expulsados del PT hacían sentir sus silbidos. “A pesar de algunos ruidos que ustedes puedan hacer, quiero decirles que yo lo quiero a Lula, lo aprecio. Es un gran hombre, es un gran compañero. Con Lula y el Brasil, con Néstor Kirchner y el pueblo argentino, con Tabaré Vázquez y el pueblo uruguayo comenzarán a abrir las puertas para un nuevo futuro para América latina”, fue el cierre de Hugo Chávez a una hora y media de discurso. La mención no fue algo aislado. En otro momento de su discurso había comentado que en los primeros tiempos de su gobierno a él también le pedían que acelerara las cosas y que él consideraba que no era el momento. Aquí dijo que estaba releyendo a Mao Tse Tung y que el primer tomo de las obras completas que le habían regalado recientemente dice que la primera tarea es “saber cuáles son los enemigos y cuáles los amigos”. En pocas palabras, saber cuál es la contradicción principal en cada momento.