Mar 12.09.2006

EL PAíS • SUBNOTA  › EL JUEZ AMIGO DE MIGUEL ANGEL TOMA QUE METIO PRESO A CARLOS MENEM

A cinco años de su jornada gloriosa

Faltaban varias horas para que Carlos Menem dejara la huella de su pisada en las escalinatas de Comodoro Py. Una madrugadora marea de periodistas y móviles radiales comenzaban a desplegar sus equipos. Con los lentes puestos, en los pasillos del quinto piso del edificio, sin el saco, con camisa blanca y mirando distraídamente hacia la calle, así fue fotografiado el juez federal Jorge Urso. La bandera argentina agregaba una cuota de solemnidad. Para Menem y para Urso, aquel 7 de junio de 2001 se convertiría en una jornada inolvidable. El juez apreció esa foto y le dedicó un espacio destacado en su despacho. Menem no la registra. Los separaba la misma distancia que va de la gloria a Devoto. Cinco años después del momento más trascendente de su carrera, Urso juntó sus cosas, presentó la renuncia y volvió a su casa.

El magistrado alegó motivos personales para dejar el cargo. En el Consejo de la Magistratura lo esperaban un par de investigaciones que podrían haber concluido con su destitución. Una de las causas en las que se investigaba su presunto enriquecimiento ilícito comenzó precisamente poco después que el juez le pusiera fecha a la declaración que terminó con el arresto de Menem en la causa por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador.

Para relativizar la acusación contra El Jefe, en el menemismo se repetía que Urso había elegido sortear las investigaciones del Consejo de la Magistratura con una “huida hacia adelante”. Más que eso, el juez no había tenido opciones. “El apellido menemista es antojadizo, me lo endilgaron interesadamente”, supo responder cuando se le preguntó por su pasado entre los seguidores del riojano. Su respeto hacia Menem quedó en evidencia cuando le recordó que ocupaba el cargo en el juzgado federal por una propuesta suya.

Nunca ocultó la relación personal con su mentor: Miguel Angel Toma. Había sido su abogado en el divorcio que éste tramitó en 1992. Ese mismo año, Urso fue nombrado Director de Asuntos Jurídicos de la Municipalidad de Buenos Aires. El intendente porteño era Carlos Grosso, esa figura gris que siempre está en las sombras de los principales peronistas porteños y con el que Toma tenía una llegada privilegiada.

“Yo tengo un amigo personal que es Miguel Angel Toma y se portó como un caballero”, respondió para negar haber tenido presiones del menemismo. Lo cierto es que su relación con Toma se inició cuando Urso compartió estudio jurídico con el abogado Oscar Salvi. A pesar de dejar ese estudio, Urso siguió atendiendo profesionalmente a Toma. El tiempo volvería a enfrentarlo con Salvi, ya que el ex juez y ex socio fue uno de los abogados que Menem eligió para su defensa.

Llegó al juzgado federal en junio de 1993. Antes de eso había fiscalizado una de las listas que competían en la interna del PJ porteño. La que llevaba como candidato a Erman González, a quien luego procesó por el contrabando de armas. Luego del procesamiento de Menem, el menemismo no esquivó el enfrentamiento. Los gustos del magistrado, su afición a la equitación, a las motos, a los autos y a las armas antiguas ocuparon un destacado espacio en los medios. Con la de ayer, es la segunda ocasión en que Urso deja la carrera judicial. Tenía 20 años en 1977 cuando ingresó como auxiliar a un juzgado federal. Seis años más tarde, en abril de 1983, cuando terminó sus estudios de abogado en la Universidad Católica, dejó los tribunales para dedicarse a la actividad privada. A ella vuelve nuevamente.

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