Vie 22.09.2006

EL PAíS • SUBNOTA

NEOYORKINAS

Se sabe que al presidente Kirchner le gusta seguir de cerca la economía. La obsesión, incluso, fue motivo de elogio el miércoles, cuando en el desayuno de Wall Street un empresario norteamericano le dijo que daba gusto tratar con un presidente que tuviera todos los números de la economía en la cabeza. Ayer, Kirchner volvió a dar muestras de esa costumbre al recibir en Nueva York, antes que nadie, la planilla del Indec que indicaba la suba en el crecimiento económico al 9,1 por ciento y el record en materia de exportaciones. Luego de las reuniones que mantuvo ayer con empresarios, Kirchner bajó a almorzar munido de la carpetita con los faxes que le habían mandado a su habitación. “Son números muy buenos, es muy importante”, decía a quien se lo cruzara, sin separarse de su carpetita.

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A algunos se los había visto poco y nada, otros, en cambio, trataron de mostrarse más. Lo cierto es que los integrantes “políticos” de la comitiva argentina en Nueva York aparecieron ayer temprano en el hotel en el que se aloja el Presidente de impecable saco y corbata, lejos del sport que no habían abandonado desde que pusieron un pie en la Gran Manzana. Al rato, llegó la explicación: el Presidente les había pedido que participaran del encuentro con la comunidad judía norteamericana, cuestión de darle a la reunión toda la institucionalidad posible. Así, Pampuro, Balestrini, Díaz Bancalari, Pichetto, Reutemann y Cobos sacaron los ambos de las valijas y les dieron uso.

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Recién llegada de Singapur, donde participó de la asamblea del FMI, la ministra Felisa Miceli desembarcó el miércoles en Nueva York, justo para el encuentro en la Bolsa de Wall Street. Ayer participó de los encuentros con empresarios y comentó algunas de las cuestiones que le habían sucedido en el Fondo. Por ejemplo, ella y su entorno juran y perjuran que nadie le pregunta nada por la deuda argentina con el Club de París. Según ella, el tema sólo preocupa a la prensa argentina. “¿Por qué quieren que paguemos? Yo quiero guardarme toda la platita, ¿ustedes no?”, preguntaba ayer.

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La cumbre de las Naciones Unidas pasó poco menos que inadvertida para los diarios estadounidenses, que sólo destacaron las intervenciones de quienes consideran “los malos”. Entre ellos, ayer no hubo periódico que no destacara con grandes títulos la intervención de Hugo Chávez, quien llamó “diablo” a George Bush. Desde los populares hasta los serios, todos se ocuparon del tema. Uno de los diarios populares le dijo a Chávez que si tanto quería entrar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que directamente se quedara con el organismo y se lo llevara de Nueva York, así presidentes como él y el de Irán, Mahmud Ahmadinejad, no volvían a pisar la ciudad.

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Pese a ese pedido, Nueva York todavía vive una “situación” de Asamblea General. Eso puede percibirse en los carriles que la policía improvisa de pronto con conitos naranja en medio de cualquier avenida para que circulen algunos de los presidentes que están en la ciudad, con su comitiva de acompañantes y custodios. Los cortes enloquecen aún más el desquiciante tránsito neoyorquino, que pondría los pelos de punta a cualquier porteño, con sus pesados embotellamientos a toda hora. La Asamblea también puede percibirse con las banderas que engalanan todos los hoteles, que no necesariamente tienen que ver con el mandatario que alojan. Por ejemplo, el hotel de Kirchner tiene al frente la bandera de Canadá.

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