EL PAíS • SUBNOTA › LAS CONSECUENCIAS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
› Por Martín Piqué
Las coincidencias, la acumulación de hechos en un lapso muy corto, muchas veces producen un efecto incontrastable. Esa sensación resume lo que debió digerir el gobernador Felipe Solá. Tras la derrota de Carlos Rovira en Misiones, quien perdió muy feo en su intento por modificar la constitución provincial sólo para incorporar la reelección indefinida, la atención giró hacia Jujuy y Buenos Aires. Ayer, el jujeño Eduardo Fellner anunció que renunciaba a intentar un nuevo mandato. Se lo había pedido el propio Néstor Kirchner. La novedad se encadenaba con otros hechos simultáneos, como la amenaza de que el PJ bonaerense podría firmar una carta contra su intento reeleccionista, y los dichos de José Pampuro ratificando sus aspiraciones de ser candidato si la presentación ante la Junta Electoral recibía una negativa. Pero el suceso determinante (lo comentaban ayer en la Rosada) es que en los últimos dos días Solá intentó hablar por teléfono con Kirchner y no fue atendido. “Cambió el escenario”, era la explicación que repetían anoche cerca del gobernador.
Apenas se supo que Fellner renunciaba a intentar un tercer mandato –para lo cual debía convocar a una reforma constitucional a través de la Legislatura–, todos los ojos se depositaron sobre la provincia de Buenos Aires. Aparte del jujeño, Solá es el otro gobernador que hizo pública su intención de gobernar cuatro años más. Aunque no se quedó en palabras. Hace una semana, sus colaboradores presentaron un escrito ante la Junta Electoral con la firma de los apoderados del Polo Social y el Partido de la Victoria. Esos partidos fundaron el Frente para la Victoria bonaerense que en las elecciones de 2005 llevó como candidata a Cristina Kirchner. Ese dato fue interpretado –para algunos exageradamente– como un sutil gesto de respaldo del Presidente a los planes de Solá.
Ayer comenzó a cambiar todo. Luego de que Fellner hiciera su renunciamiento, comenzaron a circular versiones acerca de los planes del gobernador bonaerense. La mayoría descontaba que Solá había archivado su decisión de ser nuevamente candidato. Para debatir qué hacer, el gobernador se reunió por varias horas con sus colaboradores. Estaban su ministro de Justicia, Edgardo Di Rocco; el jefe de Gabinete, Mario Oporto, y su segundo, Emilio Pérsico; el ministro de Gobierno, Florencio Randazzo, y el titular del bloque de diputados provinciales del FpV, Fernando “Chino” Navarro. “Lo de Misiones ha trastocado la realidad y hay una campaña muy agresiva para transformarla en la primera victoria sobre la política del Presidente. Entonces, está bien que el Presidente se preserve”, argumentó a Página/12 uno de los participantes de la reunión.
Aunque se notaba comprensión hacia el Operativo Despegue, cerca del gobernador se negaron a adelantar cualquier resolución. “Felipe no renunció a nada, y nadie del Gobierno nos está pidiendo nada. Nosotros ya nos presentamos. Ahora tenemos que esperar a ver lo que dice la Junta”, dijo un colaborador de Solá. El esfuerzo de sus allegados estaba puesto en diferenciar la presentación de Solá de los proyectos de Rovira y Fellner. “No hemos convocado a elecciones de constituyentes, no reformamos la Constitución”, argumentaron. En La Plata, sin embargo, se animaron a confesar su irritación con el diputado José María Díaz Bancalari por la aparición de una versión que pronosticaba un inminente fracaso en la Junta Electoral. “Nos hacen operaciones todos los días.”
Igualmente, anoche, en el entorno de Solá sugerían que el gobernador ya aceptó que su idea de ir por la reelección pasó a mejor vida.
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