Unos dos mil vecinos se sumaron al corte de Gualeguaychú que esta vez tuvo, como atracción principal, la construcción de un muro sobre la ruta. Animados por un día de sol, se reunieron en el lugar histórico de los bloqueos –Arroyo Verde– poco después de las dos de la tarde, cada cual llevando un ladrillo. Una empresa constructora llevó un camión mezclador hasta la banquina, donde se preparó el cemento destinado a la obra, de dos metros de alto y seis de ancho, que un equipo de albañiles armó con una base amplia, para que resista los vientos de esa zona descampada. La pared estará hasta el domingo, cuando una nueva asamblea discuta si levanta o no la medida de protesta.

Aunque con interpretaciones múltiples (“el muro es lo que ya existe en nuestras cabezas, separándonos de los uruguayos”, “es la falta de diálogo entre los presidentes”, “es la distancia entre Argentina y Uruguay”), su construcción fue acompañada de una representación en tono de parodia, en la que participó un vecino vestido de uniforme –con un cartel que lo identificaba como “Banco Mundial”– y otros personificados como Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner. “El muro sirve para hacer visible lo que los gobiernos han generado con su inacción”, definió Daniel Pérez Malemberg, integrante de la asamblea.

Sobre la pared fueron colgados carteles; muchos de ellos con frases firmadas con nombre, apellido y número de DNI, en un desafío a la fiscal federal Milagros Squivo, por su intención de que se identifique a los manifestantes. El clima con que se inició el corte fue festivo; hubo grupos de música que animaron la tarde y sobre el asfalto se instalaron las tradicionales reposeras. A la protesta se acercaron Antonio Tarragó Ros y la dirigente porteña Vilma Ripoll, mientras que el músico Jorge Drexler envió su solidaridad.

También fue cortado el puente a Paysandú por vecinos de la ciudad de Colón. De esta manera, el único acceso por tierra al Uruguay que quedó abierto fue el cruce de Concordia, al norte de Entre Ríos.

El verano pasado, los vecinos bloquearon la ruta de diciembre a mayo, primero los fines de semana y después con una protesta de cuarenta y cinco días, levantada cuando los presidentes Kirchner y Vázquez llegaron a un principio de acuerdo; consistía en realizar un estudio de impacto ambiental conjunto sobre los efectos que tendrían las papeleras. El entendimiento tenía dos precondiciones: que los cortes fueran suspendidos y que las pasteras frenaran su construcción por noventa días. El acuerdo fracasó por el rechazo de Botnia a parar sus obras. Uruguay dio por finalizado el diálogo y Gualeguaychú volvió a los cortes, esta vez por 28 días, hasta que el gobierno nacional aceptó llevar la denuncia a la Corte Internacional de La Haya. Sin embargo, el recurso no daría los resultados esperados en Gualeguaychú, ya que el tribunal no concedió la medida cautelar pedida por la Argentina para frenar las construcciones. Los jueces se comprometieron, de todas maneras, a resolver con rapidez sobre el conflicto de fondo, lo que contuvo la situación.

El 21 de septiembre la empresa Ence anunció que abandonaba el proyecto de construir su pastera en Fray Bentos, tras admitir que no sería bueno localizar dos plantas de celulosa a sólo 6 kilómetros de distancia entre sí. La noticia fue festejada con alivio, aunque a principios de octubre la cuerda se volvería a tensar: la Corporación Financiera Internacional (perteneciente al Banco Mundial) respaldó la construcción de las pasteras, en un gesto que anticipaba que daría a Botnia los créditos pendientes para la obra. Aquel fin de semana volvieron los cortes. La protesta actual, en coincidencia con la Cumbre Iberoamericana que se realiza en Montevideo, es la segunda de esta etapa; se convocó con el reclamo de que los presidentes Kirchner y Vázquez reabran las negociaciones. Al mismo tiempo, es un precalentamiento para las protestas que se realizarán, de no haber una salida, a partir de diciembre, cuando comience la temporada turística.