Las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires podrían ser antes de lo previsto porque en el equipo político de Jorge Telerman empezaron a evaluar durante esta última semana la posibilidad de acelerar los tiempos. En la jefatura de gobierno venían trabajando con la hipótesis de llamar a votar a fines de agosto, pero el salto de Daniel Scioli a territorio bonaerense modificó el escenario porteño y dio paso a la especulación de que tal vez sea mejor anticipar la convocatoria a mayo o junio. La razón del eventual adelantamiento: dificultar la instalación de Daniel Filmus, con la esperanza de que eso lleve finalmente a Néstor Kirchner a elegir a Telerman como su abanderado.

Scioli sobresalía de todos los demás anotados en la nómina de posibles candidatos kirchneristas a jefe de Gobierno: a su alto nivel de conocimiento y su baja imagen negativa, sumaba una buena intención de voto y el respaldo del jefe de Gabinete y armador K en la ciudad, Alberto Fernández. Era, por lo tanto, el adversario a vencer por Telerman, ya fuera en la disputa para recibir la bendición de Kirchner o en la primera vuelta electoral para llegar después al ballottage como la opción progresista frente al postulante de la derecha.

Sin Scioli, el escenario es distinto. Quien llevará el estandarte K es Filmus. Las encuestas, sin embargo, no muestran al ministro de Educación posicionado del mismo modo que el vicepresidente. Telerman entiende que eso lo deja en mejores condiciones para ir en busca de un nuevo período al frente del gobierno porteño.

“Hay varios funcionarios en la Casa Rosada, incluso ministros, que se preguntan para qué buscar otro candidato si está Jorge, que está haciendo una buena gestión, mide cada vez mejor en las encuestas y ha dado muestras de su adhesión al proyecto de Kirchner”, aseguró un operador político de Telerman, además de poner en duda el despegue de Filmus con una ironía dedicada a Fernández: “Sólo a Alberto se le puede ocurrir instalar la candidatura del ministro de Educación en verano.”

La posibilidad de adelantar la votación tiene que ver justamente con hacer más difícil la instalación de nuevos candidatos. La ley porteña reserva al jefe de Gobierno la atribución de fijar la fecha de las elecciones. Se trata de una carta adicional que Telerman tiene en su poder y la jugará a su favor.

La única limitación que impusieron los legisladores en cuanto a la convocatoria es que las elecciones locales no deben coincidir con las presidenciales. En su momento hubo un intento desde el kirchnerismo de dar marcha atrás con esa decisión, pero no prosperó. En función de eso, en la jefatura de gobierno empezaron a trabajar con la idea de llamar a votar a fines de agosto o principios de septiembre. Así la segunda vuelta quedará a tiro de las nacionales, pero los aspirantes a la jefatura de gobierno no se verán forzados a encolumnarse detrás de un candidato a presidente.

Cuando de cuestiones políticas se trata, Telerman recurre en consulta a un puñado de colaboradores. Uno es el secretario de Prensa, Oscar Feito; otra, la ministra de Derechos Humanos y Sociales, Gabriela Cerruti. Entre sus interlocutores figuran también los ministros Sergio Beros (Hacienda), Juan Pablo Schiavi (Planeamiento) y Enrique Rodríguez (Producción).

Fue en ese equipo político que, a partir del salto de Scioli a la provincia, se habló del adelantamiento de los comicios y se analizaron también los perjuicios de esa alternativa. A nadie se le escapó que en ese caso tendrían menos tiempo para poner en marcha las obras e iniciativas con las que Telerman pretende seducir a los porteños para que lo voten. “Al mes de agosto llegaríamos con la remodelación de la Plaza de Mayo iniciada, la autopista ribereña licitada, la propuesta de reordenamiento de tránsito en vías de implementación y los trenes de Puerto Madero funcionando”, evaluó uno de los hombres del jefe de Gobierno y completó:

“Debemos resolver quién es el candidato K sin perder de vista que enfrente tenemos también otro candidato al que hay que ganarle y que seguramente será Mauricio Macri.”