El viaje de la senadora Fernández de Kirchner concluye oficialmente hoy con el último encuentro previsto en la agenda: fuentes de la Presidencia argentina y del Ministerio de Interior francés confirmaron la cita con el titular de la cartera y candidato conservador a las elecciones presidenciales, Nicolas Sarkozy. Cristina de Kirchner habrá mantenido así un diálogo con agenda abierta con los dos ejes del arco político francés que disputan en abril y mayo el sillón presidencial: la socialista Ségolène Royal y Sarkozy. El ministro de Interior es un hombre político cuya imagen en el país se asemeja a la disyuntiva River-Boca. La mitad más uno del país está con él, o la mitad menos uno. Sarkozy tejió su carrera presidencial con una habilidad estratégica envidiable. Tardó años en oficializar su candidatura presidencial, aunque no su ambición. Su salida más célebre la protagonizó hace dos años cuando, en un programa de televisión, se le preguntó si no le ocurría pensar en ser presidente. Sarkozy dijo: “Pienso cada mañana, cuando me afeito”.

Ayer, antes de hablar ante la comunidad argentina residente en Francia, la senadora almorzó con un grupo de personalidades francesas en la residencia del embajador, Eric Calcagno. El ramo de invitados era por demás variado. Estaban, entre otros, el publicista Jacques Séguela, el historiador y diplomático Alain Rouquié, el productor de cine Fernando Sucheli y el empresario Robert Peugeot, miembro del comité ejecutivo de la empresa automotriz francesa. Alain Rouquié es uno de los más agudos intelectuales franceses que consagraron años de su vida a América latina. Sus libros más célebres son Poder militar y sociedad civil en la Argentina y América Latina, introducción al extremo Occidente.

Jacques Séguela, entre todos, el publicista más emblemático de Francia, tanto por el lugar que ocupa en el mundo de la publicidad como por su interacción con el mundo político. Fue el artesano de la campaña electoral que, en 1981, llevó al poder al socialista François Mitterrand. A él se le debe el famoso slogan: “Mitterrand, la fuerza tranquila”. Alain Rouquié reconoció que en Francia había “cierto desconocimiento de la evolución argentina desde la catástrofe de 2001”. A su vez, Séguela, fino como una gacela, ahondó en la frase que Cristina de Kirchner le dijo a la socialista Ségolène Royal (“el siglo de las mujeres”). Séguela observó que “el tercer milenio será de las mujeres”, al tiempo que señaló que, según él, la senadora argentina “tiene una especie de frescura con los problemas políticos y macroeconómicos porque los mira como una mujer”.

En diálogo con la prensa, el empresario Robert Peugeot reafirmó el compromiso de la automotriz con la Argentina. Según dijo en tono alabador, no sólo descubrió que “la economía argentina está fuerte, sino que también produce mujeres firmes como Cristina”. En lo concreto, Robert Peugeot adelantó que la economía argentina estaba lo suficientemente “fuerte como para mantener el nivel de producción”.

La senadora se dirigió luego a la Unesco, donde se entrevistó con el director ejecutivo del organismo, el japonés Koicheiro Matsuura. Ambos acordaron mantener en Buenos Aires un encuentro de ministros de Educación de América latina y pasaron revista al programa de canje de deuda por educación. Por último, el director ejecutivo y la senadora evocaron la posibilidad de que las ciudades de La Plata y Buenos Aires fueran declaradas patrimonio de la humanidad.

Antes de partir hacia la embajada, la senadora participó en un diálogo informal con la prensa. Según explicó, los rumores que le atribuyen a su gira un valor de campaña son infundados: “Hay que ser un poco más profesionales en lo que se dice. Yo estoy aquí como en el año 1948 estuvo la señora Eleanor Roosevelt firmando nada menos que la Convención de los Derechos del Hombre, y en esta misma ciudad. Deberían saberlo. Y ella era la mujer del presidente de Estados Unidos. De modo que a ver si salimos un poco de la anécdota y nos metemos en la historia”.