Mié 31.07.2002

EL PAíS • SUBNOTA

Otras voces

- Jorge Marchini, economista: “Lo que sucede en Uruguay y Brasil representa una ruptura argumental de los dichos de funcionarios del FMI sobre que la situación argentina es aislada. Ahora queda más claro que estamos frente a una situación nueva. La crisis es internacional, ya no quedan dudas. También perdió validez la idea de que la calma regresaría de la mano del Fondo. Primero porque los recursos del organismo se revelaron escasos, tanto por las limitaciones del capital propio como por la sobreutilización de las cuotas. Segundo, porque cualquier recurso que se aporte será insuficiente. Y cuando llegan, no solucionan los problemas sino que los agravan: los ajustes asociados provocan más recesión y la deuda aumenta. Irónicamente, la llegada de capitales juega a favor de la fuga de capitales, como quedó demostrado en Argentina con los 20 mil millones que llegarían por el Blindaje. La suma de estos elementos muestra que ya no se puede salir por la vía del típico ajuste de mercado como el propuesto por los “notables”. Esto es, con más devaluación y liquidación de los mercados financieros. Se requieren restricciones a la salida de capitales y un estricto control cambiario”.
- Eduardo Crespo, economista del EDI: “Estamos frente a una reversión del flujo de capitales a escala mundial. Lo que hoy observamos es la continuidad de un proceso iniciado en 1998. Los datos para entender la crisis no surgen de Uruguay o de Brasil, o de la superficial idea del contagio sino que hay que mirar a la región como un todo. Los capitales, a escala mundial, están tomando otra dirección. Si se observa lo que ocurre incluso en Estados Unidos vemos que, por más que absorba capitales del resto del mundo, el saldo neto es negativo. Frente a la recesión y la caída bursátil, los capitales se orientan hacia plazas menos rentables pero más seguras. Esto, a su vez, retroalimenta la devaluación del dólar y la suba del Euro. En los mercados emergentes la situación se amplifica. Lo que es apenas una tendencia en los países centrales, se vuelve un terremoto en la periferia. En particular en los países con mayor dependencia de los capitales externos. A este contexto se suma que países como Uruguay y Argentina ya no tienen buenos negocios para ofrecerle al capital financiero. Además los funcionarios del FMI ya saben que cualquier nuevo aporte será insuficiente. La decisión que tomaron es coherente, reducir al mínimo la asistencia a la región. Por último, aunque se trata de una situación primero mundial y después regional, también es cierto que la economía uruguaya es altamente dependiente de la argentina”.

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