Dom 04.08.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › LEJOS DE LOS RECLAMOS OPOSITORES

La interna en el ombligo del Gobierno

En la Casa Rosada, la preocupación electoral central está lejos del ¡que se vayan todos!”. Su libido está concentrada en la interna y la suerte de De la Sota.

› Por Sergio Moreno

Mientras la oposición intenta fraguar la suficiente masa crítica para presionar por una renovación general de los mandatos –acercarse todo lo posible al reclamo por “que se vayan todos” y, de paso, conseguir un elemento de movilización popular para los próximos meses–, el Gobierno lejos está de tales preocupaciones. Una vez finalizada la arquitectura jurídica de convocatoria a los comicios (tras la firma de los decretos ejecutada anteayer por Eduardo Duhalde), sus principales menesteres electorales pasan por la interna del peronismo, que sigue décima por décima en las encuestas que ha solicitado. Los guarismos preocupan en la Casa Rosada, habida cuenta de que el candidato elegido por la administración federal, José Manuel de la Sota, a quince días de lanzarse a la carrera no ha modificado sus números en los sondeos. “No convence a la gente, no enamora. ¿Cómo se puede ayudar a alguien cuando no prende en la gente?”, se preguntaba ayer un ministro ante este diario, horas después de que el cordobés desembarcara, con un acto, en la provincia de Buenos Aires.
El Presidente y sus principales colaboradores están abocados a la resolución de la interna partidaria. Perdido su candidato preferido, Carlos Reutemann, los esfuerzos del Gobierno –con cierto desgano– comenzaron a tributar a la fortuna del gobernador cordobés. Paralelamente, el ministro del Interior, Jorge Matzkin, y sus hombres debieron negociar línea por línea con el propio Duhalde la confección de los decretos de convocatoria a elecciones generales para la fórmula presidencial y a elecciones internas partidarias abiertas y simultáneas. Matzkin, los funcionarios de Interior Cristian Ritondo, Néstor Perl y Arturo Puricelli, junto al secretario de Legal y Técnica, Antonio Arcuri, desbrozaron a vista del Presidente los decretos de marras. La faena llevó dos horas y, al decir de uno de los presentes, “Duhalde estudió y corrigió el decreto de las internas como un puntero de Lomas de Zamora, lapicera en mano”.
Algunos detalles que quedaron firmes en los escritos fueron:
- Que quien pierda en la interna no podrá presentarse a la general, es decir, no podrá ir por afuera del partido en el que compitió y perdió.
- Que cada partido no podrá presentar en la general candidatos en alguna categoría por la cual no haya competido internamente.
- Que las elecciones para diputados nacionales y senadores por Capital Federal no será unificadas con las presidenciales, ya que su convocatoria sigue siendo prerrogativa del Poder Ejecutivo nacional.
Estos detalles, para nada menores, distan bastante de complacer la demanda social para renovar, sin trabas ni retaceos, la mayor cantidad de cargos posibles en el próximo llamado electoral. Todo indica que será tan farragoso como hasta ahora, con comicios escalonados, que por añadidura se prestan a ingenierías especulativas, y beneficiarios del justicialismo.
Sin amor
Pero la labor oficial en la confección de esta normativa no ha despejado temores ni dudas en Balcarce 50. Básicamente porque el duhaldismo en el poder no tiene candidato propio y el que le ha quedado (De la Sota) le presenta más interrogantes que certezas.
Un alto funcionario del Ministerio del Interior se lamentaba ayer, ante Página/12, mirando las encuestas. “En todas las que llegaron esta semana (más de tres), el Gallego levantó un promedio de 0,5 por ciento desde que se lanzó –hace 15 días–. No prende, no enamora, lo apoyan los dirigentes pero no la gente común”, dijo el funcionario, absorto en los papeles.
–¿Quién prende en la gente común? –preguntó este diario ante el escamoteo de los guarismos a la vista del cronista.
–(Adolfo) Rodríguez Saá –respondió, seco, el contertulio.
Un importante ministro –uno de los que más suele escuchar Duhalde– coincidió sin saberlo con la fuente mencionada anteriormente. Según el escenario que atisba en la interna de su partido, De la Sota no crece,Carlos Menem está estancado (a pesar de que las revelaciones sobre sus cuentas en Suiza no lo han mellado, la semana pasada, en los potenciales votantes de la interna), el Gobierno subestima erróneamente la levantada de Néstor Kirchner y Rodríguez Saá aparece fuerte y alto en todas las encuestas. “Se cayó el Lole, que era el candidato de todos porque no se definía por nada y fundamentalmente no era chorro, y ahora están tratando de resucitar al candidato de pocos”, analizó, pesimista, sobre la tarea que el duhaldismo deberá desplegar para apoyar a De la Sota. Tarea difícil, según entiende el interlocutor. “Falta cien días para las elecciones, algo se puede hacer pero, ¿cómo le das un empujón? ¿Con plata, pagando publicidad? No puedo obligar a la gente a entusiasmarse con De la Sota. En los municipios de la provincia (de Buenos Aires) nadie lo nombra, la gente no lo nombra”, relató.
El partido que hizo de la palabra “lealtad” un estandarte y de su violación una afrenta es también el que en aras del pragmatismo violó todos sus principios. De la Sota forma parte de esa cofradía y, por ende, conoce hasta dónde llegará el apoyo que le ofrece el Gobierno y que necesita, a pesar de que quiera aparentar alguna distancia de los bonaerenses, en general, y de Duhalde en particular. Ducho en estas lides, el cordobés supo apreciar que su lugar de desembarco en la provincia más grande del país fue Avellaneda, un municipio donde el peronismo no gobierna. Ningún intendente del PJ quiso ofrendar “su casa” para recibir al elegido por descarte. “No vaya a ser que mañana debamos a apoyar a otro”, especuló un miembro del elenco ministerial del Gobierno nacional, bonaerense él.
Gran parte de la suerte de De la Sota, estiman en Olivos y la Rosada, se jugará en quince días. Entonces estarán listos los nuevos sondeos que darán cuenta de la aceptación que tiene el mediterráneo entre los votantes. Esto no significa que el cordobés, si no escala posiciones en la preferencia de los ciudadanos, vaya a retirarse de la compulsa, como supo abonar una especie echada a correr desde las usinas del menemismo más cerril, sino que los esfuerzos del Gobierno menguarán en forma considerable hasta establecer un escenario más claro y beneficioso que lo que sería apostar a perdedor.
Para ponerlo en blanco sobre negro, a la letra de lo dicho ayer a Página/12 por un encumbrado ministro del gobierno nacional, “si en estos 15 días no prende, va a ser difícil conseguirle apoyos”.

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