Jue 08.08.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › ENCUENTRO CON BANQUEROS EN CASA DEL EMBAJADOR

Desamparo por los amparos

Paul O`Neill pudo escuchar de boca de los propios banqueros sus pesares en el actual cuadro de situación. A lo largo de las dos horas que duró el almuerzo en la residencia del embajador James Walsh, los representantes de cinco bancos extranjeros (Francés-BBVA, Río-Santander, Citibank, Boston y HSBC) y de uno mixto (Hipotecario) arrojaron sus dardos “con total franqueza” –según palabras de uno de los presentes– sobre el Gobierno por los problemas de “inseguridad jurídica que generan los permanentes cambios en las reglas de juego”. La crítica a los amparos de la Justicia ordenando devolver depósitos ocupó el centro de la mesa a lo largo del encuentro. Los quejosos hombres de finanzas no se privaron de expresar su reclamo: un “acuerdo político” con la Corte Suprema que “termine” con el derecho de los ahorristas a accionar judicialmente.
No fue una novedad para O’Neill el relato de las diferencias entre el presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, y el ministro de Economía, Roberto Lavagna. Ni tampoco las referencias a los constantes cambios en las condiciones para canjear depósitos por bonos. Una y otra vez, los banqueros señalaron las “dificultades del Gobierno para tomar decisiones e, incluso, para ejecutarlas una vez tomadas”. La conclusión que se llevó el titular del Tesoro estadounidense es que la raíz del problema es política, no técnica, y está centrada en las dificultades para alcanzar un acuerdo con la Corte para descalificar los amparos. “La pelea entre Economía y el Central es solucionable”, indicó uno de los participantes.
O’Neill se interesó por saber por qué había dificultades para la financiación de exportaciones, enterado de las trabas al aprovechamiento de las oportunidades de ventas al exterior en una coyuntura cambiaria favorable. “Por falta de liquidez”, le respondieron. Y otra vez apareció el tema recurrente: hasta no resolver los amparos no volverá el crédito, ni siquiera para financiar exportaciones con riesgo muy próximo a cero.
La impresión de los banqueros posterior al almuerzo fue que el acuerdo con el FMI está más cerca. “Estados Unidos apoyará una solución que permita prorrogar los vencimientos de los organismos multilaterales, pero será un acuerdo seco, es decir, sin dinero fresco de por medio”, resumió una fuente. O’Neill expresó que Lavagna tampoco había pedido fondos, sino que buscaba una solución para no seguir perdiendo reservas.
Las expectativas de los hombres de finanzas tampoco van más allá de un acuerdo de esas características, lo que explica la relativa tranquilidad en el mercado de cambios. Ayer, con el cobro del primer cupón de los Bonos del Estado Nacional (Boden) por parte de los ahorristas que canjearon sus depósitos, el mercado cambiario recibió una inyección adicional de dólares. “Los titulares de los Boden cobraron en divisas y muchos salieron a venderlos por necesidad de liquidez”, explicó un operador de la city.
Esa actitud se reflejó en el balance cambiario del Banco Central de la jornada: con apenas 3,5 millones de dólares inyectados en el mercado mayorista y otros 7 millones en el minorista, la entidad pudo mantener inalterado el valor de la divisa. Adicionalmente, recibió 60,8 millones de dólares liquidados con los exportadores, cerrando la jornada con un resultado neto a favor de las reservas de más de 50 millones de dólares.
El dato habrá dejado más tranquilos al subsecretario del Tesoro, John Taylor, y el titular del Central, Aldo Pignanelli, que ayer se reunieron para analizar las proyecciones del programa monetario y la forma en que el Banco Central imagina poder mantener bajo control, a la vez, el nivel de las reservas y el valor del dólar.

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