El contador Alberto Groppi fue puesto en funciones el 27 de noviembre de 1979 por el subsecretario de Gobierno provincial, Eduardo Pizzagalli. En la presentación, este capitán de fragata retirado dijo: “Sólo argentinos protagonistas que comprendan la importancia histórica de estos actos y su prospectiva serán artífices de ese futuro que tanto anhelamos”.

Estaba implícito el significado de aquel remate “el futuro que anhelamos”. Pero ante la duda, Gualberto Mostajo, quien asumió como ministro de Gobierno en ese año, puso blanco sobre negro: “La incorporación de civiles a la función de gobierno, no implica una apertura electoralista, ni siquiera una aceleración de un proceso de esta índole”. Y agregó: “En nada cambiará la orientación filosófica del Proceso. El gobierno de la provincia de Buenos Aires abre la oportunidad de esta participación real y efectiva y para ello selecciona hombres de la civilidad que es el propio medio en que han de ejercer”.

Las actividades de Groppi solían tener su espacio en Convicción, el diario de Massera. Por ejemplo, un artículo del jueves 8 de enero de 1981 decía: “El intendente de Esteban Echeverría, contador Alberto Groppi, presidió el acto de inauguración del horno incinerador para restos de animales caninos que funciona en el Instituto Antirrábico Angela Barbiere de Monte Grande. El artefacto, de la más moderna tecnología, es un nuevo elemento de la campaña de lucha contra la rabia”.

Cuando asume Roberto Viola como presidente de facto, en marzo del ’81, la provincia de Buenos Aires pasa a manos del general retirado Oscar Gallino. Se renovaron entonces varios intendentes, llamados comisionados civiles. El 11 de junio de ese año Groppi fue confirmado en su cargo, donde desempeñó funciones hasta 1983, año del retorno democrático con Raúl Alfonsín.

Groppi retoma las riendas de Esteban Echeverría en 1995 con un partido vecinalista, colgado de la boleta que llevaba como candidato a gobernador a Eduardo Duhalde. Logra ser sucesivamente reelecto hasta la actualidad. En el 2003 su lista acompañó a la que impulsaba como candidato a mandatario provincial a Luis Abelardo Patti, reconocido represor de la última dictadura militar, actividad que, por cierto, le impidió asumir su banca de legislador.