–Alguna vez dijo que los neoliberales son perversos, ¿lo sigue pensando?

–Absolutamente. El neoliberalismo como concepción ideológica y como representación de intereses es perverso. El daño que le ha causado esa lógica a la Argentina es enorme. Las decisiones económicas que empezaron a predominar con la dictadura militar y que se profundizaron en la década del noventa han sido absolutamente contrarias al interés nacional, de los trabajadores y de la sociedad en su conjunto. Han sido políticas de transferencia de ingresos al exterior, de grandes intereses puntuales o lobbies sectoriales. La década del noventa fue nefasta, pero no a partir de 1995, cuando empiezan los problemas en los niveles de actividad, sino como concepción general.

–También fue crítico de la Organización Mundial de Comercio y del Fondo Monetario Internacional.

–La OMC y el FMI son instituciones creadas para generar una influencia en las decisiones en favor de los países desarrollados y en detrimento de naciones que intentan desarrollarse, como la Argentina. Por supuesto que ante la realidad de su existencia y frente a las consecuencias muy negativas que podría implicar la ruptura con organismos como la OMC hay que tener políticas consistentes. La Argentina frente al FMI pudo compatibilizar la voluntad política de independizar sus decisiones económicas con la cancelación anticipada de la deuda. En relación con la OMC, llevamos adelante negociaciones muy activas. Queremos avanzar en la apertura de los mercados internacionales para el sector agropecuario y que al mismo tiempo no nos soliciten reducciones arancelarias tan agresivas de nuestro sector industrial. Es a la inversa el planteo que recibimos. Lo que plantean es un esquema asimétrico, donde los países en vías de desarrollo tienen que hacer los mayores esfuerzos, ceder sus mercados, y las grandes potencias mantienen restringidos sus mercados por subsidios, por cupos o por barreras arancelarias o paraarancelarias.