En la administración, Gonzalo de Santa Cruz se muestra tranquilo. Habla con Página/12 mientras ordena papeles en los dos escritorios de su oficina y termina algunas tareas pendientes. Es el nuevo responsable del Parque Sarmiento, el gigante que –dice– alberga cerca de siete mil personas algunos fines de semana y recibe a 3500 chicos de las colonias de verano. Cuando es consultado por este diario sobre la utilización de las canchas de fútbol, la conversación cambia de tono. “Todas las instituciones las utilizan por igual y pasa lo mismo con los usuarios particulares, no hay privilegios ni beneficios para nadie”, dice con firmeza y agrega sin disimular su fastidio: “Hay gente que putea porque ve que entrena Boca en el Parque Sarmiento, pero así como entrena Boca, entrena Platense, Excursionistas, All Boys, dos hogares de chicos carenciados y por ejemplo una asociación de ex alumnos del Bernardino Rivadavia”.

Para utilizar las instalaciones del parque hay que presentar una nota solicitando a la Subsecretaría de Deportes del Gobierno de la Ciudad –a cargo del ex rugbier Francisco Irarrazaval– una autorización para acceder al predio. “No se le cobra, es un permiso. Esto es un espacio público, si vos querés venir con una delegación de 20 personas, venís al parque y me das la nota, después se eleva a la subsecretaría”, relata De Santa Cruz. Una vez elevado el pedido, se toma la cantidad de solicitudes y se las distribuye. “Hay un límite en la cantidad de canchas”, agrega. En sus 70 hectáreas, el Parque Sarmiento tiene once canchas de fútbol de once, además de piletas, canchas de tenis, de básquet, pistas de atletismo y parrillas.

El tema de los clubes que utilizan sus instalaciones nunca fue mencionado cuando Página/12 preguntó por el funcionamiento del parque. Recién después de una recorrida por el predio el tema apareció en la conversación porque algunas divisiones inferiores de Boca eran las únicas que, en ese momento, entrenaban sobre el verde césped.