“¿Qué cambió entre 2003 y 2011? ¿Y qué no cambió? ¿Cuáles fueron los actores centrales y los hitos que marcaron esta etapa? ¿Qué perspectivas se avizoran para el futuro?” Para responder a esos interrogantes, que dan forma y contenido a La política en tiempos de los Kirchner, Andrés Malamud y Miguel De Luca reclutaron con cuidadosa ecuanimidad a un verdadero seleccionado de politólogos y cientistas sociales, la mayoría de ellos formados en la UBA, que ahora publica sus trabajos a través de la editorial universitaria. El resultado, como rara vez ocurre en las compilaciones, es parejamente ameno sin perder rigor, con un tono amable para el lector no especializado. Los autores de los artículos son reconocidos académicos pero, en general, consiguieron examinar problemas complejos sin abundar en tecnicismos y, a la vez, sin abandonar una mirada sistemática y conceptual que les permite deslindar las especificidades del kirchnerismo de las continuidades de la historia política argentina. Y ése es el gran mérito del libro.

El volumen está organizado en cuatro grandes conjuntos de temas: las instituciones gubernamentales, los actores y procesos políticos, los actores sociales y, por último, las políticas públicas (entre las que brillan por su ausencia, como los compiladores admiten y explican de entrada, la política de derechos humanos). Sería imposible para una breve reseña dar cuenta de las muchas cuestiones y sus múltiples aristas que examinan los 23 artículos incluidos, por lo que el caprichoso lector se contentará con citar sólo algunas ideas o definiciones con la esperanza de seducir a futuros lectores.

- Luis Tonelli destaca en la introducción que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner han “innovado en la definición de la arquitectura de poder”, concentrándola en un núcleo pequeño, quizá como consecuencia de la rebelión social de 2001, buscando atender a “la preocupación existencial que sigue asolando a la conciencia colectiva argentina: el terror al vacío de poder”. Luego, arriesga el neologismo “gentismo” para diferenciar al kirchnerismo del populismo (con perdón de los ismos).

- Aunque tuvo profundas consecuencias, la crisis de hace una década no llevó “a la fundación de un nuevo sistema partidario ni a la renovación completa de la dirigencia política”, observan De Luca y María Inés Tula. “En aquellos días del ‘voto bronca’ y los cacerolazos, la crítica a la ‘partidocracia’ era recurrente. En Argentina, sin embargo, los partidos nunca fueron tan fuertes ni tuvieron tal dominio del escenario político como en los paradigmáticos ejemplos de la Italia de segunda posguerra o la Venezuela de adecos y copeyanos. Quizá por eso mismo, la salida de la crisis de 2001 no fue a la Berlusconi, pero tampoco a la Chávez.”

- “La democracia argentina es un cementerio de nuevos partidos, y sin reformas institucionales no hay razones para esperar distintos resultados en el futuro”, anota Malamud en su artículo sobre la persistencia de la “diarquía” o el “duopolio” peronista-radical en el sistema político. “Mientras exista el peronismo –concluye–, seguirá habiendo asimetría entre los principales jugadores, pero no habrá lugar para más de dos.”

- Entre las conclusiones, María Victoria Murillo ofrece un breve estudio sistemático de una cuestión muy mentada y poco analizada: la estabilidad y fortaleza de las instituciones y sus reglas durante el período 2003-2011. Su corolario es que los gobiernos K muestran heterogeneidad, mientras continúa “la debilidad institucional que ha caracterizado a la democracia argentina reciente. Si bien el debate electoral aparece como dramático entre la destrucción y la construcción de instituciones, la realidad tiene una gran complejidad de grises que no es tan diferente de las experiencias anteriores”.

Además de los autores mencionados, en el libro también escriben Martín Alessandro, Alejandro Bonvecchi, Carla Carrizo, Sebastián Etchemendy, Roberto Gargarella, Philip Kitzberger, Mark Jones, Sebastián Mauro, Marcos Novaro, Fabián Repetto, Federico Rossi, Gerardo Scherlis, Mario Serrafero y Javier Zelaznik, entre otros.